Rock around…Bogotá
Por: Luis Daniel Vega.
Fotos: Archivos El Tiempo. Bogotá.
Desde hace mucho tiempo se afirma con vehemencia que “Very very well”, la macarrónica canción grabada por Carlos Román y su Sonora Vallenata, es tal vez el primer vestigio fonográfico de rock ‘n’ roll grabado en Colombia. A fuerza de la repetición, hemos tomado por verdad que la susodicha tonada fue lanzada en 1957; sin embargo, al revisar el marbete del sencillo y el catálogo de Discos Fuentes –sello que lo puso en circulación- no encontramos el año de publicación por ningún lado, lo que nos sitúa en el terreno de la oscuridad y la especulación.
Hace un par de meses alguien me dijo que probablemente había sido lanzado en las carnestolendas barranquilleras de aquel año. Me entusiasmé y acudí al archivo histórico del diario El Tiempo con la esperanza de encontrar alguna pista que me ayudara a confirmar la verdad del supuesto. Esperaba hallar alguna nota alusiva a lo que, supongo, tuvo que haber sido una anomalía de nuestras abigarradas músicas populares, o uno de esos avisos publicitarios con los que las discográficas solían anunciar sus novedades. Nada, la búsqueda resultó infructuosa.
Con lupa examiné cada uno de los ejemplares que entre enero y marzo de 1957 emitió Intermedio, nombre con el que circuló El Tiempo durante varios meses por cuenta de la censura impuesta bajo el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla. Lo más cercano al asunto que me ocupaba lo encontré en la cartelera de cine del 31 de enero. Allí, un aviso rimbombante anuncia “la explosión atómica de la música moderna” e invita a jóvenes y viejos a conocer el rock and roll.
Si bien esa nueva música estridente ya había hecho su aparición en Bogotá un par de años antes a través de la radio y en películas como ´Semilla de maldad´ o ´Rebelde sin causa´, fue con ´Al compás del reloj´ que las juventudes bogotanas se entregaron al delicioso vértigo. El historiador Umberto Pérez describe el suceso de la siguiente manera en su libro ´Bogotá: epicentro del rock colombiano entre 1957 y 1975´ (2007): “Fue tal el furor por el rock y la película que el día del estreno el alboroto dentro del teatro fue incesante; ese comportamiento no dejaría de presentarse en el futuro durante la proyección de películas de rock. Posteriormente a su estreno, se organizaron concursos de baile en los que los chicos debían bailar de manera similar y creativa el ritmo del rock con la música de la película y el vestuario, todo esto con el fin de que el filme permaneciera varias semanas en cartelera”.
Nunca antes la muchachada bogotana había causado ruido alguno. La novedad del nuevo ritmo que amenazaba las buenas costumbres no cayó bien y durante varias semanas fue el tema principal de columnas de opinión, carteles de publicidad, reportajes y caricaturas. Al final, la barahúnda como vino se fue y ya para finales de marzo nadie hablaba de aquel torbellino.
Esta es la bitácora de algunas de esas curiosidades que me encontré en varios periódicos de ayer.
1 de febrero
El día después del estreno de la película, la joven periodista Gloria Pachón Castro, quien contaba con apenas 21 años, recogió en un reportaje diversas opiniones. El diagnóstico final, que se expresa en el dramático título, apunta a que el rock and roll no tiene ningún futuro en las gélidas tierras bogotanas. Las voces pertenecen a una filósofa, un crítico de cine, un caricaturista, un pintor cartagenero, un “intelectual” y “una distinguida muchacha de nuestra sociedad”. Del variopinto ramillete no sale ninguna opinión favorable. El colofón del texto es desternillante y profetiza el absurdo: «Pero parece que la cuestión va aún más lejos, pues según algunos comentarios –no se trata de noticia confirmada- la Iglesia intervendrá en el asunto y si su concepto es desfavorable no sería extraño que se prohibiese el “Rock and Roll” y que los discos fuesen retirados del mercado».
Mireya Fashion fue uno de los grandes hitos del sector textil en Colombia entre las décadas de los cincuenta y los ochenta. En su momento de esplendor y aprovechando la coyuntura, la marca se subió al tren del rock and roll lanzando una línea de ropa inspirada en la moda recién importada. “Mireya lanza, para usted, el modelo MONITOR ROCK AND ROLL”. ¿Y qué será aquello que se resalta en mayúsculas?
La respuesta la encontramos en las páginas postreras de Intermedio. En el recuadro de un nuevo anuncio de la película se advierte que luego de la función nocturna en El Cid se llevará a cabo un concurso de baile. El singular certamen lo patrocina Monitor, el programa de radio emitido semanalmente en la Emisora Nuevo Mundo desde donde Carlos Pinzón promocionó el filme y rotó previamente su banda sonora. En mancuerna con Mireya Fashion, el locutor ideó una ingeniosa estrategia: solo podían concursar las parejas que, inscritas y seleccionadas previamente, vistieran la moda Monitor Rock and Roll… ¡que solo vendían en Mireya Fashion!
2 de febrero
Hernando Turriago Riaño es el nombre de pila de Chapete, seudónimo con el que firmó durante 40 años en las páginas de El Tiempo uno de los caricaturistas más agudos de nuestra historia de humor gráfico. Si bien su línea fue la sátira política –lo que le valió varias veces ser encarcelado- el ilustre cachaco no pudo sustraerse al estruendo del rock and roll.
También el 2 de febrero, en la sección editorial Cosas de Hoy, el ritmo lacerante llama la atención de un anónimo redactor cuya encendida diatriba está en perfecta sincronía con la caricatura de Chapete: «El “rock and roll”, a juzgar por las informaciones conocidas en torno a sus enloquecedoras condiciones, es la culminación bravía de toda la serie de ritmos desordenados con la música popular se ha venido enturbiando en los últimos años. Que no son en verdad otra cosa que un vano intento por armonizar lo que de suyo es inarmónico».
Sorpresivamente, la breve reseña anónima que habla de la película es más bien diplomática.
El rock and roll en las páginas sociales de Intermedio. El pie de foto menciona a los “cocacolos” y a las “cocacolas”, mote utilizado en la década de los cincuenta para referirse a ciertos jóvenes de clase alta que, en el caso de los hombres, se identificaban con James Dean.
Desde el título, esta es una de las manifestaciones más delirantes que suscitó el escandaloso ritmo. El cronista hace un recorrido por algunas ciudades de Europa para luego dar su parte bogotano: “(…) mil cocacolos y kolcanas, braman, sudan se despelucan y ensayan tomarse por asalto el teatro El Cid. ¿Qué sucede? ¿La juventud se vuelve revolucionaria, clama por sus derechos esenciales?”. A la pregunta que con sorna se hace Ramiro Andrade, el redactor, de inmediato responde sin compasión: “Es el Rock and Roll (mecerse a gusto, balancearse, estrujarse, hacer pródigos pseudo- rítmicos, darle rienda suelta al bárbaro dormido que todos llevamos dentro) …”.
A continuación, se despacha una ambigua invectiva de corte nacionalista: “El extenuante ritmo se exportó –made in USA- a todo el mundo. Los adolescentes se abandonaron. Era una manera de hacer rebeldía, de segundo orden, pero al fin rebeldía. Naturalmente, que esta fría altiplanicie no se podía quedar sin su correspondiente ración. Hoy ya le tenemos aquí, mientras nuestra mal cultivada tradición musical, nuestro timorato bambuco, el alegre porro, el mapalé y el resto de bailes vernáculos, están físicamente “aplanados”, por el cambiante sangoloteo”.
Y culmina su arremetida tan acalorado como los pedestres bailarines: «El crónista asistió a la película de El Cid y vio bailar –si esto es baile- a diez parejas del demoniaco gemido. Además, no pasa de los treinta años y no es un anciano mental. Pero lo que allí había era un exhibicionismo fingido, un afán de hacerse notar, de enterar a nuestra sociedad de que la adolescencia existe. Un deseo de participar estruendosamente de nuestro ciclo actual. Agréguese a esto un cuarenta por ciento de sexo, de histeria colectiva, de simple patanería y de imagen del gusto norteamericano y se tendrá la clave de la devoción por el nuevo ritmo. Cabe preguntar si la culpa es de la juventud. O si corresponde en tremenda parte a nuestra sociedad, a sus sistemas educacionales, a su falta de un aliciente superior, a la ausencia de responsabilidad social? Parece que (…) nos olvidamos siempre de las generaciones que afloran a la vida y después nos sorprendemos de que ellas nos sorprendan, así sea tan infernalmente como con el Rock and Roll. Pero baste de consideraciones medio pedantes. Volvamos a El Cid. Había no menos de mil coca-colos y kolkanas. Cuatro o cinco sujetos salieron al escenario dispuestos a dejar sin huesos a sus parejas. Les dieron costalazos en el suelo, sudaron en medio de la gritería de algunos jovencitos con patillas “a lo Presley”, tratando de bailar esa cosa. Las niñas exhibieron lo que generalmente va después del refajo. Los concurrentes bramaron. Se repartieron discos. Y en la puerta, para que nada faltara, hubo un nuevo show: cuatro mozos se dieron de trompadas y amenazaron quebrar el vidrio que protege la salida. En realidad, fue una demostración pobre. En Inglaterra, en Dinamarca, en Francia, en los Estados Unidos, son más civilizados y arman escándalos que dan trabajo a cien o doscientos policías, todo a los acordes de la locura de moda. Esperamos pues, una nueva demostración y enviemos nuestra tarjeta de luto a la tradición musical del país».
5 de febrero
Lucas Caballero Calderón, mejor conocido como Klim, demuestra que el humor es la mejor manera de reflexionar sin moralismos exacerbados. Llama la atención que todos parecen estar obsesionados con el peligro que el rock and roll supone para los huesos.
Curiosamente, ese mismo día el anuncio de la película ya aparece perdido en un segundo plano de la cartelera de cine. La ha desplazado un filme de guerra, una comedia y un clásico del suspenso.
En su columna de opinión, Alberto Galindo hace un dramático análisis de la economía nacional, no sin antes hacer una descripción muy sesuda y científica del nuevo ritmo.
¡Segunda semana de éxito!
14 de febrero
Lentamente el fervor se diluye. Hace días no salen noticias al respecto. Solo hasta el 14 de febrero se vuelve a anunciar la película en la cartelera de cine. El cartel nos advierte que la proyección de la película se trasladó del encopetado El Cid al discreto Alameda y, asunto que llama poderosamente la atención, se la ha etiquetado con censura para menores de 18 años, algo que había aparecido en los carteles preliminares. ¿Será por el rocanrol o por la película terrorífica que completa el fabuloso doblete?
Lo que en días pasados había desatado reflexiones grandilocuentes ha quedado reducido a la campaña de expectativa de la película mexicana ´Que siga el basilón´.
9 de marzo
¿A qué época pertenece usted?
Con un cartel que acapara la cartelera de cine, se anuncia que en el Mogador se estrenará la última y verdadera película de rock and roll”: ´Bamboleo frenético’. A la postre, esta proyección no resulta tan controvertida como su antecesora. Solo 11 días después hay una tímida reacción de parte de un legendario caricaturista. Luego, el silencio.
20 de marzo
Aficionado desde su infancia a la caricatura, Peter Aldor, fue un convencido demócrata que hasta 1940 trabajó como maquinista del Expreso del Oriente. Sorprendido por la Segunda Guerra Mundial, aprovechó su trabajo para mantener informadas a las tropas aliadas de los movimientos ferroviarios nazis. En 1948 llegó a Colombia, adquirió la ciudadanía y en 1949 aceptó el puesto de caricaturista de la página editorial de El Tiempo. En su caricatura ´Rok and roll´ el ritmo de marras es la banda sonora del álgido panorama internacional, entre cuyos aconteceres de marzo de 1957 Aldor destaca: las declaraciones de Jawaharlal Nehru (Primer Ministro de la India) respecto al comunismo y las pruebas con armas nucleares; el llamamiento a elecciones que una junta militar le hace al presidente provisional de Argentina, el general Pedro Eugenio Aramburu; el anuncio de Władysław Gomułka (Secretario general del Partido Obrero Unificado Polaco) acerca de su apoyo inminente al gobierno comunista de Janos Kadar en Hungría y la amonestación de la embajada norteamericana al Primer Ministro de Israel, David Ben –Gurión, en relación con la crisis provocada por el restablecimiento de la administración egipcia en Gaza.