De la estirpe de Julio Jaramillo y Olimpo Cárdenas, artistas ecuatorianos de hondo calado en el gusto popular del colombiano, el cantor Luis Enrique Bowen Gómez se convirtió en un connacional más. Fue más el tiempo que vivió en Colombia que en su propio país, y aquí lo sorprendió la muerte en 2005 en Cali, ciudad que eligió como suya desde la década del 60.
En su libro “Clavelitos con amor. La música cantinera, cultura y estética popular”, el quindiano Carlos Humberto Illera Montoya lo describía como “un hombre sencillo que solo sabe irradiar calor humano cuando uno tiene la oportunidad de conversar con él”.
También recordaba cómo desde muy niño, bajo la tutela del profesor Luis Rosales, “el jovencito de tez blanca y rasgos finos descubrió que lo suyo era la música y que la vida lo tenía destinado a ser grande entre los grandes de la música cantinera”.
Luis Enrique Bowen Gómez nació en Guayaquil, Ecuador, el 11 de agosto de 1926.
Después de realizar sus estudios básicos debutó en el programa El Álbum del Recuerdo, en Radio América de Quito, a sus 21 años. Allí conoció al locutor y también cantante Julio César Villafuerte, con quien congenió de inmediato. Así nació el legendario dueto Bowen – Villafuerte, mismo que llegó a Colombia en 1955, invitado por la cadena Caracol, para participar en sus programas y para grabar en los estudios Silver de Medellín. Allí realizó su primer registro colombiano, una versión del vals peruano “Yolanda”.
Un año después, Bowen y Villafuerte hicieron lo propio en Discos Fuentes, en Cartagena. Así empezaron a escucharse sus primeros clásicos como “Corazón prisionero”, “Mi último adiós”, “Cruel traición”, “No te podré olvidar”, “Entre taberna y taberna”, “Amargo licor” e “Indigna”.
En 1956, en calidad de solista, Lucho Bowen grabó el tango criollo “Lamento caleño”, una creación de su colega Luis Nazario Escarria, quien llevaba por nombre artístico el de Nano Molina. Dicha pieza narraba los luctuosos acontecimientos del 7 de agosto de ese año, cuando estalló una tropilla de camiones militares con más de 140 toneladas de dinamita en pleno centro de la capital vallecaucana.
Más de 1.300 muertos fueron contabilizados en el insuceso. Parte de la letra de aquel tango decía: “Queridos hermanos de toda Colombia, / llorad con el Valle su intenso dolor. / Que no haya rencores, odios, ni venganza, / que seamos todos como hijos de Dios. / Que sirva de ejemplo la hora que amarga / y amemos la patria con celo y ardor”.
“Lamento caleño” es el primer gran ejemplo de una canción protesta dentro del rubro cantinero y popular en Colombia. Fue tal su impacto en las radios y bares que muchos deudos de las víctimas, según cuentan cronistas de época, terminaron suicidándose al son de sus notas. Por ello fue vetada de los diales por el gobierno de Rojas Pinilla, y prohibida la venta de su grabación, efectuada en el sello Vergara, de Bogotá. Esta historia es apenas una de tantas que dan cuenta de la influencia de Lucho Bowen en la cultura popular de nuestro país.
Algunas de las composiciones del cantautor fueron “Mi primer amor”, “Un día volverá”, “Resignación”, “El consuelo de amarte”, “Siempre tuyo”, “Por qué no vienes”, “Olvídame”, “El hijo del pueblo” y “Entre lluvia y luna”.
La carrera de Bowen fue larga y agradecida.
Ponía de manifiesto el investigador musical Illera Montoya en su libro: “Cuando conversé por primera vez con el hombre de cuya inspiración había salido el vals ‘Siempre tuyo', tuve la grata sensación de que había Lucho Bowen para largo rato. Por fortuna no estoy equivocado. Él me dijo que quería esperar el último de sus días como le llegó a su compadre Olimpo Cárdenas: en Colombia y cantándole a su gente”. Y así fue: Lucho Bowen falleció el 30 de abril de 2005 en Cali, a sus 80 años.
En la conmemoración de los 20 años de su desaparición física, Lucho Bowen es nuestro Artista de la Semana.