El chillangua y el chiraran, son unas de las plantas de azoteas tradicionales que se han utilizado de generación en generación, para darle un toque especial a los platos típicos gastronómicos de la región pacífica nariñense.
En la vereda Juan Domingo del municipio de Tumaco, 30 mujeres se unieron hace 10 años para conformar la Asociación Chillangua y Chiraran, Teniendo en cuanta que no fue fácil, por la permanencia de los cultivos de uso ilícitos en el territorio, pero se levantaron como el ave fénix y continuaron con este emprendimiento ancestral.
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“Somos mujeres desplazadas y víctimas del conflicto armado, madres cabeza de familia que encontramos en este cultivo tradicional, la forma de resistir todo tipo de violencia y desigualdad. Además, estas plantas aromáticas y comestibles nos han permitido tener unos ingresos para sacar adelante a nuestros hijos e hijas", así lo expresó Alejandrina Ledezma Silva, representante legal de la Asociación.
Es relevante manifestar, que estas plantas aromáticas de Azoteas, aparte de ser un ingrediente especial en las comidas propias del pacífico, como lo es el “tapado de pescao”, que para darle el toque mágico debe llevar necesariamente la chillangua y chiraran; además tienen propiedades medicinales; donde los ancestros y ancestros la han utilizado para curar muchas enfermedades.
“Nosotras necesitamos una tierra propia, ya que donde están cebradas las plantas aromáticas y de Azoteas son alquiladas; por esta razón toca hacerlo en diferentes lugares del territorio y se hace dispendioso por las distancias que toca recorrer”, así lo afirmo Yubinsen Angulo Caicedo integrante de la organización.
El proceso de la siembra de estas plantas no tiene fecha, es decir, se puede hacer en cualquier época del año, además para cosecharlas son entre de quince a veinte días, su olor es tan agradable que impregna esos saberes y sabores que se conectan con las costumbres dejadas por los mayores.
“Todos los días en la mañana recorremos caminos para llegar a los cultivos, teniendo en cuanta que están en lugares diferentes se hacen más difícil, la jornada termina a las tres de la tarde, en las fincas tenemos mentideros es decir un asiento construido con guadua o bambú, donde nos sentamos a compartir experiencia, cuentos, adivinanzas, chistes, mientras la olla está hirviendo con el tapado de pescado que obviamente lleva la chichigua y el chiraran”, añadió la señora Ledezma.
“En esta juntanza asociativa, además de las plantas aromáticas, tenemos sembrados plátanos, yucas y otras plantas medicinales. Por otro lado, quiero contarles que soy desplazada por el conflicto armado del municipio de la tola Nariño, los grupos que operan en esta región asesinaron a mi esposo. En ese momento quedé con tres hijos, convirtiéndome en padre y madre para ellos, encontré en la organización ese antídoto para los momentos de angustia y desaparición, así mismo poder tener ingreso económico por medio de la chillangua y chiraran”, agregó María Lorena Silva.
La asociación forma a los niños y niñas de las comunidades en el empoderamiento, la conservación de este cultivo tradicional, pero de igual manera las y las capacita en otras temáticas del territorio en saberes, costumbres como la preparación de los platos típicos que en su mayoría se le agrega estas plantas comestibles.
“Hoy las ventas de estas plantas comestibles la realizamos en mercados locales y en ciudades como pasto, Cali y Medellín, el objetivo es tener la oportunidad de abrir otros puntos de comercialización en el país para poder asegurar el ingreso económico de las asociadas, pero además poder buscar la forma de obtener terrenos propios para la siembra de este cultivo”, afirmó María Lorena silva.
“Solicitamos a la institucionalidad local, departamental y nacional el apoyo para la compra de un terreno propio, para continuar aportando a la paz y el tejido social en territorio, por medio de este emprendimiento tradicional, ya que no queremos hacer parte de las cocineras y raspa chinas de los cultivos de coca”, recalcó Evangelina Ledezma.