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Palmor, la comunidad que encendió la luz de su propio destino

La historia de Palmor, una comunidad que, con la pujanza y unión de sus habitantes, logró construir su propia hidroeléctrica. Esta obra refleja la visión de un grupo de líderes campesinos y provee energía eléctrica a toda su población.
Palmor, la comunidad que encendió la luz de su propio destino
Fotos: Electropalmor
Maira Alejandra Taborda

Palmor es un corregimiento del municipio de Ciénaga, Magdalena, situado en la parte alta de la Sierra Nevada de Santa Marta. Fue fundado en la década de 1960 por campesinos, en su mayoría provenientes del interior del país, quienes se establecieron en estas tierras fértiles con la esperanza de reconstruir sus vidas, tras huir de la violencia bipartidista que azotaba a Colombia en esa época. 

Con el tiempo, se consolidó un territorio caracterizado por su diversidad de culturas y formas de vida. El cooperativismo y la unión fueron pilares fundamentales para impulsar el desarrollo y el progreso de esta región, conocida como la capital cafetera de la Sierra. Con la creación de la Junta de Acción Comunal (JAC), la comunidad logró gestionar ante las entidades públicas y de manera autónoma, la construcción de viviendas, un puesto de salud, una escuela, entre otras obras sociales. Sin embargo, todavía enfrentaban importantes desafíos.

A finales de los años 80, cuando la luz era un lujo que pocos en la zona rural de Palmor podían imaginar, la Junta de Acción Comunal soñó con un proyecto que parecía imposible: construir una pequeña central hidroeléctrica que llevara electricidad a sus hogares. Al frente de esta visión estaba Miguel Medina, un campesino cuyo compromiso y dedicación transformaron la vida de su comunidad. 

Con el respaldo del Programa Especial de Energía de la Costa Atlántica (PESENCA), institución creada por el gobierno alemán en 1989 para llevar soluciones energéticas a zonas periféricas y la Corporación Eléctrica de la Costa Atlántica (CORELCA) Medina y su equipo comenzaron a tejer el sueño de la microcentral hidroeléctrica de Palmor. 

Foto: Electropalmor

La central tendría una capacidad inicial de 125 KW, suficiente para abastecer a unas 90 casas. La idea era ambiciosa, y las dificultades parecían insuperables. Sin embargo, la comunidad respondió con entusiasmo y se unió al proyecto, aportando mano de obra y esfuerzo. La microcentral hidroeléctrica empezó a dar luz entre los años 1990 y 1991, iluminando por primera vez las casas de Palmor, un momento que muchos recuerdan como mágico. “Palmor antes de 1991, se alumbraba únicamente con espermas y antorchas, nos acostábamos a las seis de la tarde, porque carecíamos de energía, la hidroeléctrica nos permitió cambiar nuestro modo de vivir”, cuenta Julio Valera, Líder Campesino. 

Tras el fallecimiento de Miguel Medina, la comunidad asumió el control de la operación y el mantenimiento de la hidroeléctrica ubicada a 5 km del casco urbano sobre el río de Cherúa en una casa máquina; un esfuerzo colectivo que se convertiría en el corazón energético de Palmor. 

Desde su inicio, la comunidad no solo contó con una fuente de energía, sino que también encontró en este proyecto un símbolo de unión y orgullo. La pequeña planta pronto se convirtió en algo más grande: una de las primeras “comunidades energéticas” de Colombia, capaces de generar, distribuir, comercializar y gestionar su propia electricidad. “

Con el crecimiento de la población y el aumento en la demanda de energía, un grupo de líderes campesinos encabezado por Marcel Pérez y Julio Valera, asumieron el control de la hidroeléctrica y con el apoyo internacional y de la comunidad lograron fortalecer y aumentar la capacidad de la microcentral. “El corregimiento tenía una necesidad de energía y si contábamos con esta microcentral, por qué no aprovechábamos y trabajábamos en su repotenciación y sin tener conocimiento de esto, comenzamos a trabajar por el proyecto, a tocar puertas” Cuenta Marcel Pérez

En 2016, con el respaldo de la Oficina en Colombia de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Instituto de Planificación y Promoción de Soluciones Energéticas (IPSE), se llevó a cabo la esperada ampliación de la central, alcanzando una capacidad de 275 KW. Este logro permitió satisfacer el consumo creciente, tanto residencial como comercial, garantizando el futuro energético de Palmor. 

Con la ampliación, la comunidad se organizó de manera formal y fundó la Asociación de Usuarios del Servicio de Energía de Palmor de la Sierra (ELECTROPALMOR E.S.P.), una entidad sin ánimo de lucro que representa la fuerza colectiva de Palmor. Esta asociación, integrada por los mismos usuarios del servicio, se convirtió en un símbolo de autogestión, persistiendo hasta hoy como un ejemplo de autonomía comunitaria y orgullo para la región, siendo referentes en el desarrollo de energía sostenible. “El solo hecho de tener energía, nos ha llevado a fortalecer proyectos productivos como criaderos de pollos y gallinas ponedoras, también hemos mejorado la producción de café, a través de las trilladoras del grano, potenciando la economía de nuestros campesinos” expresó Pérez.

Foto: Electropalmor

En el año 2018, la Asociación de Usuarios del Servicio de Energía de Palmor de la Sierra (ELECTROPALMOR E.S.P.), fue seleccionada por el Departamento Nacional de Planeación (DNP) como una de las tres empresas en zonas no interconectadas de Colombia como referente para replicar su sistema de generación de energía eléctrica y aplicarlo en otros municipios del país. 

Han pasado 34 años y Palmor sigue siendo una comunidad luminosa, en más de un sentido. La central hidroeléctrica es mucho más que un servicio; es un legado, el fruto de la visión de un grupo de líderes campesinos y del esfuerzo de un pueblo que, a través de la unidad y la determinación, logró encender la luz de su propio destino.

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