¡Cabra, cabra, cabra! gritan cuando se acumulan los 100 puntos, ¡cabra y golpe a la mesa! Hay ganadores y la emoción y comentarios de acento caribeño no dan espera. A falta de una ficha, a falta de un punto o a falta de un turno están quienes enfatizan en que estuvieron cerca de llevarse la partida, pero también quienes argumentan señas en medio de la partida o quienes celebran, que el “primo” haya ganado, porque es muy bueno jugando.
Decir que las partidas son fáciles por el diseño hasta minimalista de las 28 fichas, no tiene en cuenta el nivel de perspicacia al que se podría llegar en un juego. Adivinaría en una partida, rápidamente, ¿cuáles son las fichas que faltan por jugarse? Esta es una de las habilidades que como dice don Julio Montes en tono analítico, “requiere de experiencia, de juegos y más juegos, de partidas pensadas y concentradas”.
Las cosas así, podríamos hablar de que el dominó tiene su “ciencia”, y que más allá de entretener una tarde a los vecinos de la cuadra requiere de paciencia, de tácticas antes del juego y de habilidades para controlar, en lo que cabe, un juego con fichas, también llamadas pintas, que son escogidas al azar.
Ese mismo azar que deja de importar, cuando por ejemplo el abuelo de la casa canta en mitad del juego las fichas que faltan por ponerse. ¿Cómo lo hace? “Yo no sé, pero el abuelo nos ganaba a todos, siempre ponía las fichas y no le gustaba perder, cuando perdía se ponía bravo, pero casi siempre nos ganaba a todos, a si fuéramos más jovencitos”, dice don Luis Alberto.
Y así como saber qué fichas faltan, están las habilidades para cerrar juegos, que requiere de captar cuáles son los números que faltan por poner y que no coincidan con los de los otros tres jugadores.
También la de abrir nuevos o salidas que sirve para evacuar más rápido aquellas pintas repetidas; serían muchas las jugadas ¡bastantes!, y como lo mencionan los participantes que harán parte del torneo de Mi Tierra Deportiva, dependerá de la experticia del participante, aun así, hay una que no podemos dejar de lado y es el capote, que más que jugada brillante denota falta de concentración en quien ponga la ficha, dice Emelda Wberth, emocionada, “capote, capote, cuando pone una ficha que no corresponde con el número que es y todos le decimos capote, capote” en medio de risas.
Ese ambiente de folclor y tan tradicional en nuestro Caribe colombiano se ha adaptado, un sector del deporte que también busca reconocimiento a nivel competitivo tiene menos chistes y más concentración.
Esa será la base para el juego de los primos por papá, Emiro Díaz y Wilmer Díaz, además de Luis Alberto Ortiz, Eduard Donado y 16 fonsequeros más que podrán ver esta tarde por la transmisión de Facebook o escuchar sus historias por las 57 frecuencias de Radio Nacional de Colombia.
La mayoría de ellos estarán por primera vez adaptándose a las reglas de Full Dominó: parales en las mesas para que los competidores no se vean ni hagan señas, tiempo contabilizado y los accesorios necesarios para evitar contagios de Covid-19.
Fointer Club, el espacio de los trabajadores del Cerrejón en La Guajira, Fonseca, está adecuado con cinco mesas para los veinte competidores. Un lugar tranquilo como generalmente las calles de este municipio de más de veinte mil habitantes, será testigo de que, así como el viento lento distrae los cerca de 25° de temperatura, el ritmo de competencia lento, definirá a un ganador que podría llegar a representar en los Juegos Bolivarianos a Colombia.
Cuéntenos con #DominóEnElCaribe cuáles son sus estrategias para jugar dominó o si conoce historias alrededor del juego de fichas blancas y puntos negros.