Por: Thomas Beltrán Lozano
A Johnatan Romero le gustaba el fútbol y su sueño era jugar en el América de Cali, el equipo de sus amores, pero su papá, un policía pensionado, insistió en que su hijo tenía que irse por los deportes de combate específicamente el boxeo. Cansado de que llegara siempre golpeado del colegio, donde perdía todas las peleas callejeras, su padre le encomendó a un entrenador la tarea de formar a su hijo y que se pudiera defender.
La vida no fue fácil para este caleño, que se crio en el barrio El Retiro del distrito de Aguablanca, una de las zonas más difíciles de la capital vallecaucana, donde se vivie el hambre, la necesidad, la delincuencia y la violencia, pero también sobra el talento deportivo para buscar otro camino diferente.
“Fue una vida bastante difícil porque a pesar de que mi papá era pensionado de la Policía, tuvimos muchas dificultades económicas. Mis padres empeñaban todo y lo dejaban perder, y nos cayó una crisis dura donde yo tenía muchas veces que salir a robar arroz a las tiendas. Yo entré a pandillas del barrio, mataron a mis hermanos. Gracias a mi papá que me obligó a ver el deporte como una solución, hoy en día llegué a ser algo”, dice ‘Momo’ con la convicción de que tomó el camino correcto.
Johnatan no fue ajeno a las pandillas, al robo y a la muerte, que tuvo cercana por el asesinato de sus hermanos y que también vivió en carne propia cuando por poco lo matan por querer vengar la muerte de uno de ellos. Esa fue la bisagra definitiva y después de esos disparos que casi acaban con su vida, decidió que no quería seguir en medio de la violencia, y eligió el deporte que no lo metía en tantos problemas.
“Yo toqué fondo cuando murió mi hermano menor, que era también como un amigo y el que me decía que yo iba a llegar lejos en el boxeo. Él era desmovilizado de las Farc y lo mataron cuando había salido de la delincuencia. Cuando lo matan yo salí a buscar venganza y cuando me metí al barrio de ellos, me dieron dos disparos y ahí me di cuenta que eso no era lo que yo quería”, comentó el deportista
Ya centrado en su deporte, en querer surgir y hacer lo que al principio no le gustaba, ‘Momo’ ganó en 2013 el título del mundo de la Federación Internacional de Boxeo en la división de los 57 kilogramos. Un logro no solo en lo personal sino también para todo Colombia, que tenía ahora un nuevo referente en el boxeo, en un país que ha tenido ídolos y campeones como Antonio Cervantes ‘Kid Pambelé’, Rodrigo ‘Rocky’ Valdés y Miguel ‘Happy’ Lora. Ahora todos hablaban de Johnatan ‘Momo’ Romero.
Como era lógico su vida cambió y a los policías que antes odiaba porque no le permitían sus fechorías, ahora los quería porque lo escoltaban por todo el país. Dice que lo mejor de todo fue que la gente lo dejó de ver como un malandro, para verlo ahora como un modelo a seguir.
“Lo mejor es ver a los niños diciendo que quieren ser como yo. El deporte es una solución, el deporte hace personas. Con un título todo cambia y me siento orgulloso de haber llegado tan lejos”, expresó Romero.
Pero con el título mundial tuvo una vida de excesos, situación que podría explicarse si se tiene en cuenta sus inicios y la falta de costumbre al recibir tanto dinero, fama y reconocimiento. Se rodeó de malas amistades nuevamente, para disfrutar de su momento de gloria. “Uno comprende que la fama es efímera, que es de momento, que los amigos no existen, que solo te usan. Perdí mi título mundial y todos se fueron, quedé solo realmente”, reflexionó.
En este momento tiene otra vez los pies en la tierra, y lleva su mensaje a los niños para abrirles los ojos y mostrarles que el deporte es transformador de vidas como lo logró con él. Se está preparando para volver a los cuadriláteros, tiene la intención de ganar nuevamente un título del mundo y para ello firmó con unos empresarios ingleses que le van a ayudar en su propósito.
Ahora ayuda a los de su barrio El Retiro, llevándoles mercados y resarciendo un poco una época de odio y violencia. ‘Momo’ les lleva un mensaje para que los más pequeños salgan o se alejen de una vida que no tiene futuro en las pandillas. “Luchen mucho por lo que quieren y no se dejen apagar, siempre hay que tener esa luz para llegar a la meta”, dice el boxeador.