Cicuta, hoguera, guillotina, horca, cámara de gas, inyección letal, silla eléctrica; son algunas de las formas en las que se ejecuta la pena de muerte desde los tiempos más antiguos.
En Mesopotamia, en 1750 antes de Cristo, el código Hammurabi, basado en la ley del talión, consagra esta pena capital. En adelante, después de los reyes, fueron los aparatos judiciales de los Estados los que decidieron a quién ejecutar, como una medida de disuasión, como un modo de ahorrar dinero (el mantenimiento en la cárcel de los culpables) o como una manera de purificación de la sociedad. Pero podrían considerarse también otras maneras de ejercer esta pena: los migrantes ahogados en el mar, los calcinados en camiones clandestinos, los linchamientos, los falsos positivos, la justicia privada.
Desde 2003, cada 10 de octubre se conmemora el Día Mundial contra la Pena de Muerte. A lo largo de la historia, casi todos los países instauraron la pena de muerte.
Los filósofos griegos Platón y Aristóteles la defendieron. En Roma también se practicó aunque poco, se privilegiaba la compensación a la víctima del delito y, aunque el quinto mandamiento reza "no matarás", en la Edad Media esta pena era reconocida y practicada, especialmente por la Inquisición, para los culpables de herejía que se negaban a arrepentirse.
En el Siglo de las Luces, los filósofos, con excepción de Voltaire, autor, entre otros, del Tratado sobre la tolerancia, siguieron de acuerdo con la pena de muerte y se vio cómo funcionó a diario la guillotina durante la Revolución francesa. Es solamente en el siglo XIX cuando se desarrolla el movimiento abolicionista, cuyo precursor fue, en 1764, el jurista y filósofo italiano Cesare Beccaria.
En su libro 'De los delitos y las penas', plantea que la pena de muerte no es un derecho, sino una guerra contra el ciudadano.
Más tarde, intelectuales y novelistas, especialmente Víctor Hugo, en 'El último día de un condenado a muerte', o en 'Los miserables', inician la cruzada por la abolición. Y el primer país en abolir la pena fue Portugal, en 1867. El movimiento dio sus frutos en el siglo siguiente y las Naciones Unidas, en la declaración universal de los Derechos Humanos, de 1948, señalaron que la pena de muerte constituye una violación de los derechos humanos.
Entre los argumentos contra esta pena están que la vida es sagrada, que la pena de muerte no tiene el carácter disuasivo que algunos le atribuyen; al contrario, en los países donde se anuló, la criminalidad no ha aumentado.
Habría que señalar también los errores judiciales, cuando un condenado era inocente. De este castigo se salvan los menores de 18 años, a raíz de la Convención Internacional de los derechos del niño, en general las mujeres y los adultos mayores, entre 60 y 80 años, según los países. Los Estados, en la figura del presidente de la nación, pueden indultar un condenado a muerte.
Poco a poco los países europeos proceden a la abolición de la pena de muerte, y curiosamente en los Estados Unidos, país muy desarrollado, se mantiene hasta hoy en varios estados del país. En América Latina, casi todos los países la han abolido.
En Colombia, fue anulada en 1910 y la actual Constitución refrenda la abolición. En África, algunos estados la mantienen y en Asia es donde más persiste. En China, la corrupción puede llevar a la pena de muerte. En Irán e Irak son todavía numerosas las condenas a muerte y, hay países que castigan con pena de muerte la homosexualidad, como Arabia Saudita; pero, a pesar de que en 2022 hubo en el mundo 579 condenados a la pena capital que fueron ejecutados, la tendencia a nivel mundial es la abolición.
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- Desde 2003, cada 10 de octubre se celebra el Día Mundial Contra la Pena de Muerte.