Desafíos de la pesca en Colombia: entre la tradición y la incertidumbre
En el Día Mundial del Medio Ambiente una mirada a las dinámicas de la pesca en tres sectores rurales del norte, sur y occidente del departamento del Cauca y en la capital del Atlántico.
Ferney Meneses Gutiérrez y Rodolfo Rodríguez Llanos
De acuerdo con el más reciente reporte del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la pesca y la acuicultura crecieron un 37,8 % en el cuarto trimestre del año anterior, además anota que la producción pesquera está por las 81.000 toneladas en el país.
Sin duda, este es un sector fundamental en la economía nacional que plantea, entre otros, retos relacionados con la conservación de las especies y el cuidado de los ecosistemas.
Cauca
En Cauca, en el suroccidente colombiano, existen diferentes ecosistemas que cuentan con abundantes especies de peces típicos nativos, muchos de los cuales se aprovechan en faenas de pesca principalmente con tres connotaciones: subsistencia, deportiva y comercial.
De acuerdo con Jaime Eduardo Mauna De Los Reyes, biólogo, especialista en gestión ambiental, protección de recursos naturales, conservación y recuperación de ecosistemas, y quien se desempeña como profesional universitario en el Área de Humedales de la Corporación Autónoma Regional del Cauca (CRC), los principales ecosistemas que son objetos de la pesca en este departamento se encuentran en el norte de la región por donde cruza el río Cauca y sus afluentes; en el río Patía, sobre la zona sur; y en los municipios de Timbiquí, Guapi y López de Micay, así como en el área de la Isla Gorgona, en lo que corresponde a la Costa Pacífica.
Frente al panorama de esta actividad, que se remonta al Paleolítico Superior, que comenzó hace unos 40.000 años, el profesional señala que en el Cauca “la pesca se ha visto reducida en las últimas décadas -aunque la siguen practicando algunas comunidades raizales-”, y resalta que los aspectos que tienen mayor incidencia al respecto están la sobrepesca, dado que en diferentes lugares de la jurisdicción “se ha hecho una explotación intensiva del recurso” y esto ha conllevado a que “las poblaciones de peces de interés comercial o para la alimentación hayan disminuido”.
Además, manifiesta que también se ha observado “como cada vez se capturan tallas más pequeñas” lo que ha provocado que “las poblaciones no se puedan recomponer”.
Y otro aspecto, no menos importante, al que refiere el experto “es que no se diferencia, no se distingue entre hembras y machos entonces cuando se saca una hembra que está ovada no solamente están pescando un individuo sino cientos o mil”.
Otro punto clave que para Mauna De Los Reyes es causa de la disminución de la pesca en el Cauca es la contaminación de los ríos, reflejada en la disminución de la calidad y la cantidad de los recursos hídricos.
“Hay tres tipos de contaminación como la minería ilegal -hay reportes de que en algunas fuentes hídricas se encuentra mercurio que es utilizado para el beneficio del oro y del mercurio se sabe por la literatura que puede ser bioacumulado en los peces- (…) otra razón es la contaminación por el sector industrial -aunque se hacen ingentes esfuerzos por controlar los vertimientos hay empresas que no acatan las normas ambientales-, y finalmente la contaminación de fuentes domésticas”, sentencia el destacado biólogo.
Respecto a la sedimentación manifiesta que no es de las mismas características de la que se puede presentar en el norte colombiano por las desembocaduras de los grandes ríos como el Cauca y el Magdalena y explica que “en nuestro caso hay sedimentaciones muy grandes, pero a causa de la deforestación y las remociones en masa que caen en los ríos, pero no se ha establecido cuál es el impacto de esto en la pesca”.
Finalmente, el científico advierte que, ante el panorama actual y pensando en fortalecer la pesca sostenible no solo en el Cauca sino en todo el territorio nacional, se debe empezar a conocer, valorar y preservar “las especies que aún nos quedan” y establecer y cumplir con estrategias que reduzcan notablemente el vertimiento de contaminantes a quebradas, ríos y el mar.
De esa manera, resalta, se podrá contar por muchos más años con especies como el bocachico, el bagre, el nicuro, y la sabaleta en el norte del Cauca; el sábalo y la mojarra, en el Patía; y los meros, pargos, sierras y barracudas, entre otros, en el mar Pacífico.
La pesca ilegal
Aunque en lo corrido del año 2024 no se tiene registro por parte de las autoridades sobre hechos relacionados con la pesca ilegal en el Cauca, cabe anotar que según la Armada de Colombia entre el año 2012 y 2022 fueron incautadas más de 334 toneladas de especies extraídas de manera ilegal “muchas de ellas en el Pacífico colombiano, especialmente en esas áreas generales en los alrededores de las islas de Malpelo (Valle) y Gorgona (Cauca)”.
Un poco más cerca, en operativos desarrollados a mediados del mes de abril de 2024, la Armada de Colombia incautó en dos operaciones 731 kilogramos de pesca ilegal. En el primer caso cerca a Tumaco (Nariño) unidades de Guardacostas de la institución localizaron cuatro embarcaciones, cada una tripulada por tres hombres de nacionalidad ecuatoriana, quienes tenían en su poder 560 kilos de pez dorado obtenido en faenas de pesca en aguas colombianas sin los permisos requeridos.
En una segunda operación, efectivos de la Estación de Guardacostas de Bahía Solano (Chocó), en un trabajo conjunto con la Alcaldía de esa localidad, la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (AUNAP), la Corporación Autónoma Regional para el Desarrollo Sostenible del Chocó (Codechocó) y Parques Nacionales Naturales, ubicaron en el Parque Nacional Natural Utria, un trasmallo de 1.500 metros, en el cual se encontraban atrapadas especies como atún sierra, barracuda, bonito, burica, colinegro, pargo, sardinata y veranera, las cuales pesaron 171 kilos.
Cabe anotar que en lo que va corrido del 2024, la Fuerza Naval del Pacífico ha incautado más de 5.7 toneladas de pesca ilegal en la región.
Contaminación y sedimentación, principales problemas de pescadores artesanales de Barranquilla
Para los pescadores del sector de Las Flores, en el norte de Barranquilla, quienes viven a orillas del río Magdalena, la pesca ilegal es el menor de los problemas que tienen para desarrollar su actividad. La razón es que las autoridades marítimas no les permiten hacer su faena, más allá de las 12 millas náuticas después de Bocas de Ceniza, lugar donde desemboca el afluente.
“Tenemos una particularidad en el tema de la pesca artesanal y es que ejercemos la actividad en 12 millas mar adentro, a diferencia de otras zonas como en La Guajira que son 15 y más millas”, dice Edinson Borja, líder de la Asociación de Pescadores de Las Flores.
Indica que las mayores problemáticas que tienen están relacionadas con la contaminación, los fuertes vientos y las corrientes.
“La pesca ilegal es de poca incidencia en nuestra zona, ya que esta actividad por lo general se hace de 15 millas en adelante, en cambio, sí nos afectan los continuos dragados que se ejecutan a lo largo del Río Magdalena y la contaminación, que arrastra en sus aguas”, expresa el señor Borja.
Para este pescador, hay otros aspectos que tocan la pesca artesanal, a las cuales hay que ponerle la lupa “por eso, estamos solicitando al Ministerio de Ambiente y otras autoridades marítimas, se establezcan reglas de juego más claras y se determine algún estudio técnico en el que se reoriente la disposición de sedimentos, productos de dragado”, señala el líder pescador.
Pide además que se estudie la opción de pescar en otras zonas, equidistantes lógicamente, al tiempo que acepta que eso implicaría ajustar el tipo de embarcaciones. Finalmente agrega que esperan “conjugar la pesca con otras actividades turísticas o que podamos implementar un proyecto piscícola. Estos aspectos serían esenciales para mejorar nuestra condición y que la actividad pueda ser más sostenible en el tiempo”.
Dato: El bagre rayado es una de las especies más apetecidas en los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge, dada la alta demanda y su valor en los mercados, aspectos que lo configuran como una fuente principal de ingresos para las comunidades de estas regiones.
Teniendo en cuenta lo anterior, cada año la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (AUNAP) durante dos periodos (el primero entre el 01 y el 30 de mayo y el segundo del 15 de septiembre al 15 de octubre) establece un periodo de veda en las citadas cuencas, que prohíbe su comercialización y transporte permitiendo solamente “su captura para garantizar la seguridad alimentaria de las poblaciones” y limitando el volumen diario por pescador a cinco kilos del producto de conformidad con los parámetros establecidos.