Impactos de la alimentación en el planeta y cómo minimizarlos
La crisis climática demanda cambios en el sistema alimentario para tratar reducir los impactos que la producción y consumo de comida generan en el medio ambiente.
De acuerdo con el Fondo Mundial para la Naturaleza- WWF-, “la producción de alimentos utiliza el 34% de la tierra y el 70% del agua dulce, es decir que depende de la naturaleza, pero al mismo tiempo puede generar graves afectaciones como la deforestación y la conversión de ecosistemas naturales, la pérdida de biodiversidad y la erosión del suelo”.
Los sistemas alimentarios en el mundo generan alrededor del 29% de todas las emisiones de gases efecto invernadero, causantes del cambio climático, además no están haciendo más saludables a las personas: en el mundo, 690 millones de personas pasan hambre, mientras que más de 2.000 millones son obesas o tienen sobrepeso, señala un estudio de la organización internacional.
“Colombia, infortunadamente, no es la excepción. El país aún lucha por alcanzar la seguridad alimentaria, erradicar el hambre y la desnutrición. Entonces reconocer esa estrecha relación entre naturaleza y alimentos, pero además de la cultura que construimos alrededor de ellos, es indispensable para que tomemos mejores decisiones y así garantizar nuestra alimentación y el cuidado del planeta”, anota Camila Cammaert, coordinadora de Sistemas Alimentarios Sostenibles de WWF Colombia.
Entre las prácticas alimenticias que más impacto generan en el medio ambiente se encuentran:
Dietas cada vez más homogéneas
Es decir, que tendemos a incluir poca variedad de alimentos, lo que significa que “si millones de personas consumen lo mismo todos los días se necesitarán de miles de hectáreas de unos pocos cultivos para satisfacer esa demanda, lo que desgasta los suelos y afecta los ecosistemas”, advierte WWF, y agrega que hoy solo 120 especies de plantas se cultivan en grandes proporciones en el planeta, mientras que las tres cuartas partes del suministro mundial de alimentos proviene apenas de 12 plantas y cinco animales, y solo nueve alimentos representan el 66% del total de la producción agrícola global.
Se estima que, debido a ello, en el mundo se ha perdido hasta un 75% de la diversidad genética de los cultivos alimenticios.
El desperdicio de alimentos
Un informe de la Agencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente- PNUMA- asegura que casi una quinta parte de toda la comida del mundo acaba en los cubos de basura de las casas, restaurantes y otros servicios alimentarios.
“El peso de esos alimentos equivale aproximadamente a 23 millones de camiones de 40 toneladas completamente cargados, que puestos en fila darían siete vueltas a la Tierra. A nivel mundial, per cápita, cada año se desperdician 121 kilogramos de alimentos por consumidor”, señala el estudio.
La investigación revela que la mayor parte del desperdicio, un 11%, se produce en los hogares, frente a los servicios de alimentación y los establecimientos minoristas que tiran un 5% y 2%, respectivamente.
En el país, según una encuesta realizada en el 2022 por WWF en ocho ciudades, la mayoría de los colombianos piensa que cuando una fruta o verdura es arrojada a la caneca, volverá a la naturaleza, pero se ignora que, al descomponerse, contribuye a la generación de gases efecto invernadero. Justamente, las frutas y verduras son los alimentos que más se pierden o desperdician en el país.
La producción y consumo de alimentos ultra procesados:
El aumento del consumo de alimentos ultraprocesados no sólo puede influir en la salud humana, sino también en la sostenibilidad del medio ambiente.
Un estudio realizado por varios grupos del Centro de Investigación Biomédica en Red (Ciber), cuyos resultados se publicaron en la revista Science of The Total Environment, indica que estos alimentos, como las bebidas azucaradas, los snacks y las comidas rápidas son alimentos altamente procesados, bajos en nutrientes y elevados en aditivos, conservantes, grasas, azúcares y sodio.
Desde que se producen hasta que llegan al consumidor final, estos alimentos tienen un impacto significativo en el medio ambiente.
“Los alimentos ultraprocesados afectan o aumentan el consumo de varios recursos, como el uso de tierra, de agua y de energía, así como aumentan las emisiones de gas invernadero”, comenta Cristina Bouzas, investigadora de la Fundación Instituto de Investigación Sanitaria Islas Baleares (IdISBa) y del Área de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición del Ciber (Ciberobn).
¿Qué hacer?
Ante este panorama es vital tomar acciones que, aunque pudieran parecer pequeñas pueden marcar la diferencia. Los expertos aconsejan:
Elegir ingredientes más sostenibles
No existe ningún ingrediente que sea universalmente sostenible o insostenible; todo depende de cómo y dónde se cultive o se pesque.
Los ingredientes producidos de manera sostenible tienen un mínimo impacto en la naturaleza; se producen de manera responsable y no amenazan a las poblaciones de vida silvestre ni a sus hábitats.
Estos ingredientes tampoco contaminan el agua ni afectan la salud de los suelos, porque no dependen del uso excesivo de fertilizantes y pesticidas.
Comer local
Transportar los alimentos desde su origen hasta el supermercado genera gases efecto invernadero y entre más lleguen a la atmósfera, el cambio climático se agudizará. De ahí que una de las formas de contribuir a disminuir el impacto sea comprar alimentos que se produzcan en el país, ojalá, cerca de donde se vive y que además estén en temporada. Así, también se evita que todo lo que se produjo vaya a la caneca.
Consumir más frutas y verduras y menos alimentos de origen animal
Una forma de mejorar el impacto ambiental es equilibrando la cantidad de frutas y verduras con los productos animales que se consumen. La carne, las aves, el cerdo, el pescado, los huevos y los lácteos son fuentes importantes de nutrición que también tienen un alto impacto ambiental, mientras que los alimentos de origen vegetal, como frutas y verduras, cereales integrales, judías, guisantes, nueces y lentejas, suelen usar menos energía, terrenos y agua y, además, tienen una menor intensidad de gases de efecto invernadero en comparación con los alimentos de origen animal.
Los suelos son más saludables cuando se cultivan diferentes tipos de cultivos juntos, y el uso de fertilizantes se puede reducir integrando diferentes cultivos y ganado con árboles y otras plantas. Cultivar una variedad más amplia de alimentos también ayuda a ser más resistentes a los impactos como plagas, enfermedades o condiciones climáticas extremas.
Reducir desechos y desperdicios
Comprar solo lo que se necesita y consumir todo lo que se compra. Consumir frutas y verduras cuya forma o aspecto no sean perfectos. Utilizar como compostaje aquellos alimentos que le sobren, con ello puede ayudar a reducir la cantidad de metano y CO2 emitidos por los residuos orgánicos.
Escuchar el podcast ‘¿Por qué comemos lo que comemos?’: una colaboración entre WWF y la historiadora Diana Uribe de cuatro capítulos con historias que reflejan los orígenes de la alimentación; las transformaciones en el tiempo y cómo nos relacionamos con la naturaleza para lograr alimentar al planeta entero, al igual que los intercambios entre culturas e imperios para que hoy comamos como lo hacemos.
Una invitación a reflexionar sobre lo que se puede hacer para ayudar al planeta.
Lo puedes escuchar en el canal de YouTube de Diana Uribe y en la página de WWF.