El 21 de septiembre se conmemora el Día Mundial del Alzheimer con el fin de concientizar acerca de esta enfermedad que afecta tanto al paciente como a sus cuidadores. Esta enfermedad se conoce como la nueva epidemia del siglo XXI y se estima que en 2050 en el mundo habrá 131.5 millones de personas padeciéndola.
Aunque no existe un tratamiento que prevenga o detenga el avance de esta enfermedad, en Contacto Directo, el doctor Rodrigo Pardo Turriago, médico neurólogo y profesor de la Universidad Nacional de Colombia, explicó que desde los 40 años es posible adoptar hábitos dirigidos a proteger las células cerebrales y disminuir el riesgo de aparición.
“Hay que generar una cultura de atención al adulto mayor y prestar mucha atención a los síntomas de forma temprana”, indicó Pardo Turriago.
¿Qué es el Alzheimer?
“Se trata de una de las muchas enfermedades neurodegenerativas. Es una alteración en el metabolismo de las células cerebrales que producen una serie de moléculas para el adecuado trabajo en procesos relacionados con el pensamiento, la memoria, la visión, audición, entre otros. En el Alzheimer hay una modificación de las células cerebrales que lleva a una incapacidad de producir señales eficientes, es decir, hay problemas para crear cadenas de transición que logren vehiculizar la información. La forma más fácil de entenderla es comparándola como una red informática en donde hay una interrupción en los programas informáticos que son incapaces de generar una función sostenida desde el punto de vista intelectual y de la conducta”.
¿Esta enfermedad hace que el paciente pierda toda la memoria?
“El Alzheimer es la pérdida de la memoria episódica porque los pacientes olvidan los hechos de la vida cotidiana recientemente ocurridos, pero pueden recordar con gran finura algunos elementos de su juventud o de su adultez temprana. No pueden recordar lo que hicieron el día anterior, no pueden recordar si pagaron o no los recibos, si cumplieron o no con sus compromisos o los diálogos que sostuvieron con las personas con las que se encontraron el día anterior. En el Alzheimer hay una incapacidad para registrar la información y recordarla en el momento correcto, lo que hace que las personas pregunten muchas veces lo mismo”.
¿Es una enfermedad que se transmite genéticamente?
“Hay una variedad del Alzheimer que representa menos del 5% de toda la enfermedad en el mundo que es de transmisión genética clásica. En esta, si en una familia existe el carácter, este se heredará a su descendencia. En el 95% de los casos no existe este comportamiento. Aunque la presencia de genes de susceptibilidad incrementa el riesgo, no causa la enfermedad. La transmisión genética ha sido un fascinante motivo de investigación científica y hoy conocemos bien cuáles son los genes que la causan y los que aumentan el riesgo de la enfermedad”.
¿Quiénes son más propensos a desarrollarla?
“Hay un perfil de paciente que tendrá mucho más riesgo de desarrollarla que otros, para explicarlo pondré un ejemplo. Pensemos en un hombre o mujer de 65 años con antecedentes familiares de Alzheimer y/o que sea hipertenso, diabético, obeso, sedentario, con poca actividad intelectual, baja de audición y estilo de vida poco saludable: esta persona tendrá nueve veces más de riesgo de tener esta enfermedad frente a un hombre o una mujer no hipertenso, no diabético, con buenas prácticas de salud, con buena audición y que se mantiene intelectualmente activo. En estos factores enunciados la diabetes y su control tienen un papel muy importante”.
¿Cómo están relacionados factores como el ejercicio y alimentación saludable para evitar esta enfermedad?
“La conexión está en el daño vascular. El cuidado del corazón y de las arterias es clave y bien es sabido que para evitar un infarto del corazón o enfermedades arteriales es necesario controlar los factores que los producen como la hipertensión, la diabetes, el sedentarismo y la obesidad. Para desarrollar Alzheimer se ha evidenciado la presencia de una enfermedad vascular. Dicho de otra manera, es más fácil ver esta enfermedad de forma esporádica cuando el paciente tiene riesgo de enfermedades vasculares. Por eso empezamos a trabajar en la prevención secundaria hacia la edad de los 40-45 años; esta es la edad en donde hay que trabajarlo y no cuando la enfermedad vascular en el cerebro está presente”.
¿El Alzheimer es irreversible?
“Si hay una enfermedad vascular en el cerebro ya se habrá hecho presente esta enfermedad. Si a los 65 años hay una enfermedad en las pequeñas arterias del cerebro, y se suma el proceso degenerativo de las células de no producir correctamente sus sustancias de comunicación, hay presencia de Alzheimer. La prevención e intervención no es útil cuando la enfermedad vascular ya está presente, por eso, para evitarlo se debe empezar a trabajar desde los 45 años, manteniendo un peso correcto, una dieta adecuada, haciendo ejercicio regular, manteniendo la cercanía con el médico para identificar tempranamente la hipertensión y diabetes y tratarlos, reducir las conductas de riesgo como el consumo de alcohol o cigarrillo”.
¿Es útil desarrollar juegos como crucigramas y sopas de letras para evitar el desarrollo del Alzheimer?
“El juego es una gran alternativa terapéutica pero no las sopas de letras. El juego social es el funcional; es aquel en donde una persona entra en concurso con otra persona: el juego simple como un juego de parqués, dominó o ajedrez son juegos de atención, concentración, diseño de estrategia, toma de decisiones, anticipación de resultados, seguimiento, adivinar por el otro (capacidad metacognitiva), éxito y trampa. En un juego así hay una enorme posibilidad de capacidades intelectuales que concurren para llegar a un propósito. El problema de los juegos individuales es que no compite con nadie y no generan la necesidad de superar al otro. El reto intelectual tiene inmerso el principio de querer ganar y eso obliga usar mayor cantidad de herramientas de una forma más eficiente”.
Además de estos juegos competitivos, ¿qué otra estrategia puede ser útil?
“La lectura en voz alta o baja, tomar notas, hacer recreaciones de lecturas previas, plantear y desarrollar operaciones numéricas en lápiz y papel que permita mantener ordenamiento del cerebro y su orden espacial, revisar notas de ejercicios profesionales en el pasado, entre otros. Frecuentemente se pregunta si cursos como jardinería o la costura pueden funcionar y la respuesta es no. Estos son útiles para cuidar de las articulaciones y los músculos, pero no para la capacidad intelectual. Debe generarse un reto de aprendizaje porque se conoce al Alzheimer como una enfermedad de pérdida de memoria; en realidad el verdadero problema de esta enfermedad está en la incapacidad de hacer nuevos aprendizajes porque el cerebro no es capaz de incorporar nueva información cuando es necesario”.
¿Cuándo se deben encender las alarmas ante la sospecha de la presencia de esta enfermedad?
“Frecuentemente excusamos los defectos de los adultos como ‘chocheras y temperamentos’. Claro que los hay, pero no podemos ocultar las desviaciones del comportamiento intelectual normal: no recordar lo que se hizo en la mañana, que ya se hicieron ciertas cosas, no recordar el día a día ni las noticias que se escucharon dos horas antes, preguntar por información que ha estado circulando, no recordar el nombre de los objetos que se usan, cambiar su nombre o no identificar personas conocidas, entre otros, son algunos de los síntomas que nos darán indicios de estar ante una demencia. Hay que identificarla correctamente y tratarla de forma oportuna. Puede también presentarse alteraciones del ánimo que se confunden con depresión o con apatía, pérdida de interés y de iniciativa por hacer las actividades que se disfrutaban o para las cuales se demostraba gran competencia. Se aísla y modifica su discurso tratando de quedarse callado porque no logra encontrar las palabras para comunicar sus pensamientos, sentimientos o emociones”.