De acuerdo con el Instituto Colombiano de Neurociencias de Colombia, tras una encuesta a 651 hogares, el 88 % de los niños tiene alguna afectación en la salud mental y el comportamiento, y el 42 % ha visto afectadas sus habilidades académicas en postpandemia.
Todo esto, según expertos, como resultado de los cambios abruptos en los hábitos diarios, el miedo al contagio, la posible desconexión de la naturaleza, las modificaciones de los roles familiares (por el teletrabajo, la escolarización en casa o incluso el desempleo), el aumento de la violencia en el hogar y ahora el regreso al colegio, lo que se traduce en niveles altos de estrés, ansiedad, depresión, y otros trastornos de salud mental.
“Es preocupante saber que como sociedad estamos fracasando en la prevención de la salud mental de nuestros niños. Este contexto nos debe convocar a familias, instituciones de educación, profesores, médicos, vecinos, y todo aquel que tenga el deber de resguardar a los niños a revisar la forma en que nos estamos vinculando con ellos y las estrategias que se están implementado para guiarlos, acompañarlos y formarlos”, señala Sandra Esmeralda Camacho, psicóloga y decana del Colegio de Psicología de Unicoc.
Ante este panorama, la especialista dice que es importante aprovechar el regreso de los niños a la presencialidad y recuperar algunas dinámicas propias de su edad, así como generar medidas que permitan identificar problemáticas de salud mental.
“Dentro de las acciones por implementar es importante desmitificar aquellas creencias que impiden visibilizar la existencia de un problema de salud mental, por ejemplo, el creer que hablar o preguntar sobre suicidio provoca en las personas la conducta de suicidio”, explica la decana Camacho.
También señala que “es necesario que los mismos niños, maestros, padres pregunten a los niños y jóvenes si han pensado en suicidarse o si se sienten demasiado tristes, sin esperanza, desamparados etc. Son preguntas que ayudan a conocer el estado de ánimo, a empatizar con el otro y a actuar para prevenir problemas más complicados para el niño y su familia”, añade.
De la misma forma, recomienda a los cuidadores y maestros motivar a los niños y jóvenes a escribir sobre sus emociones y sentimientos, lo cual se convierte en una estrategia protectora y terapéutica que les permite liberarse de emociones negativas y de pensamientos rumiantes.