El antimonumento ‘Fragmentos’, pese al paso del tiempo, no ha dejado de generar tanta admiración como polémica, y su creadora, Doris Salcedo, no deja de pensar y reflexionar para transformarlo. Para ello, invitó a su maestra, Beatriz González, con la idea de tomar elementos de las obras de la artista plástica santandereana e integrarlos con los elementos realizados por Doris Salcedo.
El resultado: ‘Bruma’, una exposición en Fragmentos: Espacio de Arte y Memoria, la cual reflexiona sobre la desaparición forzada a través de las pinturas de Beatriz González, con un nuevo significado al entrar en comunión con el piso del lugar que Doris Salcedo realizó con las armas que entregó las Farc.
Doris Salcedo llegó a Beatriz González con una idea, la cual, juntas, fueron transformando hasta llegar a una gran instalación con más de 20 pinturas recientes y seis libretas de dibujo.
Además, se tomaron seis de los ocho dibujos originales de ‘Cargueros’ de su instalación de ‘Auroras Anónimas’ ubicada en el Cementerio Central de Bogotá, y los convirtieron en un papel de colgadura, con tonos amarillos envejecidos por el tiempo, enmarcados en el negro.
Beatriz González, quien está a punto de cumplir nueve décadas de vida y no para de dibujar, de crear, habló con Colprensa sobre la creación artística, la muerte y el duelo.
-Fragmentos es un lugar muy especial para una exposición de arte como la suya…
Es muy especial por todo, por el piso con esa creación a través de las armas. Así se ha generado un espacio importante, que dio como resultado todo esto, porque todas las obras de los artistas siempre nos resultan.
-¿Cómo ha sido la experiencia de retomar elementos de la instalación que hace algunos años hizo en el Cementerio Central de Bogotá, para esta nueva creación?
Fue una idea totalmente de Doris Salcedo, que ella quería que trasladáramos una buena parte de las lápidas del Cementerio Central, que se tiene planeado que pronto se van a restaurar, por lo que se iniciará un proceso de quitarlas.
De ahí surge el problema de qué hacer con buena parte de ellas, por lo que a Doris Salcedo se le ocurrió trasladarlas a la instalación de ‘Fragmentos’ para generar una nueva exposición.
Ella me llamó, me pidió permiso y de inmediato le dije que si, “usted que puede hacerlo, hágalo”, le dije.
Pero Doris las quería trasladar tal cual se encuentran, sucias, llenas de telarañas, arruinadas. Pero ‘Fragmentos’ pertenece al Museo Nacional, las vieron los restauradores de este museo y dijeron que eso se podía hacer pero había que limpiarlas, lo cual Doris no quería, porque ella sentía que perdería toda gracia. Tan sólo la limpieza tenía un costo de millones de pesos que no hay, porque en Colombia la restauración es muy costosa.
-¿Qué hicieron entonces?
Me presentaron la opción de hacerlo con unas lapiditas chiquitas que no me llamó la atención. Lo que les dije que debíamos hacer era un papel de colgadura, que es una de mis últimas especialidades, por lo menos llevo ocho años haciendo esta técnica que descubrí.
Desarrollamos un papel de colgadura gigante, que es algo que viene del siglo XVIII que fue creado para cubrir las paredes con flores y cosas amables, agradables.
La primera vez que utilicé esta técnica fue para la exposición ‘Los Inundados’, y desde entonces la he ido perfeccionando con los años.
-¿Trabajo en equipo?
Si, porque yo no hago el papel tapiz, yo hago el boceto, que para ‘Bruma’, hice un boceto de seis láminas pintado al óleo. Ese boceto es el que se repite, a través de un computador, aprovechando los sistemas que hay hoy en día.
Es extraordinario el trabajo gráfico que hoy se logra con la tecnología, siempre que tengas unos buenos bocetos, y así logramos algo así de monumental. Si no fueran por esas técnicas modernas, me la habría pasado pintando esas paredes quién sabe cuántos meses (Risas).
-¿Cómo fue retomar una obra que realizó y presentó hace más de trece años?
Cuando uno retoma una obra, la obra es distinta, porque uno tiene otro pensamiento, siempre va cambiando. Cuando me invitó Doris Salcedo para este proyecto, la idea inicial era un homenaje a ‘Auras Anónimas’, pero empezamos a trabajar y todo se transforma en este conjunto monumental, ya deja de ser ‘Auras Anónimas’ y se convierte en otra obra llamada ‘Bruma’.
Son figuras que se parecen entre sí, pero al pensar en estas paredes, con la fuerte carga simbólica del piso, todo se va transformando en algo nuevo, con un significado propio diferente al que tienen estas cosas por aparte, aunque mantiene su parentesco.
-¿El arte vivo que se transforma?
Es como la literatura, donde el lenguaje es uno, pero el contenido pueden ser infinidad de cosas, que van de una novela a un estudio, un ensayo o una investigación. En el arte pasa exactamente lo mismo, todo se puede transformar en algo de significado diferente.
-¿De dónde vienen las obras que hacen parte de ‘Bruma’?
Sólo una de las obras tiene cerca de 20 años de haber sido realizada, las demás han sido realizadas en el último año que habían tenido una primera exposición en Suiza.
La más antigua es una obra que retomé de una exposición que hice en Garcés Velásquez que se llamada ‘Sin fin’. Curiosamente para esa exposición hice una obra parecida a la que estamos presentando en ‘Bruma’, con una mujer y una caja que tenía restos de sus parientes, en una imagen que repetí y que cubrí la galería con esa imagen de manera horizontal.
Todo esto fue inspirado en la obra de un poeta mexicano que murió hace algunos años, que decía: “cada uno con su caja”, y lo que representa es precisamente eso, que cada persona llegar a tener una caja con los restos de sus familiares o personas cercanas.
-¿Y las nuevas?
Las otras obras hacen parte de una exposición que realizamos a inicios de este año que se llama ‘Funebria’ con obras de 2021, que son obras hechas a partir del aparato que significa morirse. Cómo es lo fúnebre.
Lo fúnebre tiene un estilo, unas leyes, como ahora lo estamos viendo con la Reina de Inglaterra, pero tiene toda la lógica, un por qué, todo lo que significa el acto de morir y lo que le sigue al acto de morir.
Por eso, se encuentran dibujos donde algunos están abriendo unas cavidades, otros se encuentran rezando, mientras que otros cargan la tragedia que es Colombia, un país donde lo funerario es tan cotidiano que cambia, no es igual, lejos del respeto de hace algunos años, por eso quería registrarlo.
En el campo, muchas veces el acto fúnebre es simplemente abrir un hueco en la tierra y dejar allí un cuerpo, y eso es importante de abordar.
-¿También toca el tema del duelo?
Es una de las cosas más fuertes de toda la tragedia que se vive en Colombia, la imposibilidad del duelo. Yo dibujo mucho, en especial en Santa Marta, Allí hay un diario que tiene una página de crónica roja, con imágenes de accidentes y muertes trágicas, por lo que me los guardan para trabajar en esas imágenes.
Con todos esos elementos, empiezo a pintar en Bogotá con nuevos modelos para mis obras.
-¿Un nombre muy significativo?
La idea de Bruma es una idea poética. Cuando se pinta, generalmente las brumas producen poesía en los paisajes, pero las brumas para los que cargan los muertos es otra cosa. Es callar poéticamente todo el dolor que causa la situación del país.
-¿Es difícil trabajar estos temas desde el arte?
Es muy difícil para todos. Cuando hicimos lo del Cementerio Central no encontrábamos obreros, no querían trabajar en el cementerio. Es algo realmente muy curioso, en Colombia matan todos los días, pero la gente le tiene terror a la muerte, al muerto, a los lugares donde están los muertos.
-¿Cómo es ese trabajo sobre la muerte, el duelo y demás?
Tengo mucho cuidado al seleccionar las fotos. No selecciono cualquiera. Me gusta mucho la poesía y siento que tengo un poco el alma de poeta, para poder ver esas fotografías de los diarios pero con otros ojos, y de tratar de no ser cruda.
Es verdad que hay algunas obras que son muy fuertes, pero siempre busco quitarle crudeza sin que dejen de decir lo que deben decir, pero no de manera desfachatada.
Me gusta mucho el color, y cuando pasa el tiempo uno lo domina más y le va encontrando más cosas, otras maneras de colocar el color, aunque sigo trabajando en óleo, no me he pasado al acrílico o sistemas más modernos. No dejo mis pinceles para crear mis obras a la manera antigua, lo cual lo hace distinto.