“El calendario es la burocracia del tiempo”
Mafalda (Quino)
Por: Ana María Lara
En la diminuta pantalla de nuestros celulares recordamos nuestras tareas, nuestras citas, los cumpleaños de los seres queridos. En la pared, y más con una función estética, los amigos de la fotografía o la pintura tienen un calendario temático, otros curiosean el almanaque Bristol. Este auxiliar es un objeto que se remonta a la Antigüedad.
Después de ser cazadores y recolectores, los hombres se inventaron la agricultura y con ella la necesidad de medir los tiempos. Contar años, meses, días, reconocer las estaciones, para planear las labores (inicialmente siembras y cosechas), los días de asueto, fijar las fechas de fiestas civiles o religiosas, es el papel del calendario, palabra que viene del latín ‘calendorum’, libro de cuentas, formado sobre ‘calenda’, que significa primer día del mes.
Así apareció hace más de 5 mil años antes de Cristo, en Mesopotamia y se fue propagando por el mundo antiguo hasta ser en Roma el calendario juliano (del emperador Julio César).
Basados en la observación de los astros, lunares, solares o lunisolares, casi todos los calendarios terminaron confluyendo en el calendario gregoriano que hoy rige casi universalmente. En Occidente, el Papa Gregorio XIII, en 1582, instauró este calendario, más preciso en el cálculo de los años bisiestos, que hoy nos rige.
Por su parte, el calendario chino es lunisolar, con meses de 29 o 30 días. El primer día de cada mes comienza con la luna nueva. Los meses tienen el nombre de su número. El año nuevo está entre el 21 de enero y el 20 de febrero, prolongándose varios días para que las familias dispersas se puedan reunir.
Cada año está representado por un animal, que reaparece doce años después: rata, buey, tigre, conejo, dragón, serpiente, caballo, cabra, mico, gallo, perro, cerdo. Los chinos terminaron adoptando el calendario gregoriano, con excepción de las fechas de fiestas tradicionales y religiosas. La Iglesia católica introdujo en los calendarios los nombres de los santos y mártires y las fiestas religiosas.
En América, se destaca el calendario azteca, anterior a la Conquista, conocido como Piedra del Sol. En efecto, es un monolito de basalto, con forma de rueda de 4 metros de diámetro, con un disco central que representa al dios Tonatiuh, alrededor del cual están cuatro círculos: la creación de la tierra, del viento, del fuego y del agua. Los cuatro anillos que los circundan son los días del mes, los puntos cardinales, los dioses y las estrellas.
En el mundo árabe está el Calendario musulmán: es un calendario lunar, calculado con la sola observación visual de la luna, con 12 meses lunares de 29 o 30 días. Marca su inicio la salida de Mahoma de la Meca para dirigirse a Medina, en lo que es hoy Arabia Saudita en el año 622 de nuestra era. Hoy los musulmanes usan el calendario gregoriano, a excepción de las fiestas religiosas.
Finalmente, citemos un calendario especial, el que fue creado por los hombres de la Revolución Francesa, después de la caída definitiva de la monarquía, en 1792, el Calendario Revolucionario o Calendario Republicano. Es un calendario solar, de 12 meses, divididos en periodos de 10 días. Lo relevante es la supresión de los días de santos, reemplazados por nombres relacionados con las estaciones, la naturaleza y sus frutos. Fue abolido en 1806 por Napoleón.
En pandemia con cuarentena y una noción de tiempo tan incierta, ¿qué nos dice el calendario?