La Comuna 13 después de la Operación Orión: más que un fenómeno turístico
La Operación Orión fue uno de los muchos operativos militares urbanos que tuvieron lugar en la Comuna 13 de Medellín, entre el 16 de octubre y principios de diciembre del 2002. 1.500 uniformados se encargaron de adelantar estas incursiones con apoyo de grupos paramilitares, dejando, según las víctimas, más de 90 personas desaparecidas y al menos 70 asesinadas.
James Zuluaga, defensor de derechos humanos y víctima del conflicto urbano de la Comuna 13, suele narrar el drama que vivió este reconocido sector de Medellín en el que, incluso, llegaron a registrarse torturas sistemáticas por parte de uniformados de la Fuerza Pública.
“Había semanas enteras en que los enfrentamientos eran horribles: balaceras intensas, explosiones de diferentes tipos de armamento que destruyeron muchas viviendas y que dejaron muchas personas muertas. La Operación Orión fue una operación difícil; vivimos el horror en carne propia”, dice James Zuluaga.
Hoy por hoy, el mayor clamor de los familiares de las víctimas de la Comuna 13 es que el Estado aporte recursos para apoyar la búsqueda de los restos de los desaparecidos durante los operativos del 2002. De hecho, la Jurisdicción Especial para la Paz tiene el encargo de investigar si para estos hechos, que marcaron para siempre la historia de Medellín, se utilizaron recursos de la Alcaldía y la Gobernación de Antioquia.
Un pasado para hacer memoria
En el marco de la conmemoración de los 20 años de la Operación Orión varios colectivos de víctimas y organizaciones sociales, con el apoyo del Museo Casa de la Memoria y la Secretaría de la No-Violencia de Medellín, estrenaron el documental '20 años para no olvidar'.
Se trata de una serie de cinco capítulos que retratan los efectos de la Operación Orión en la sociedad civil, la naturaleza, las mujeres y la niñez.
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“Esta es una serie que vale la pena ver porque recoge los testimonios de quienes vivimos esos hechos. Aunque yo era muy pequeña, tengo memoria y recuerdo lo que pasó: como la desaparición de mi padre. Son 20 años donde sigue existiendo impunidad, los desaparecidos aún no aparecen, las víctimas siguen exigiendo verdad, justicia, reparación integral, garantías de no repetición. La gente se sigue enfrentando a la no estigmatización del territorio”, expresa la vocera de desaparición forzada de Mujeres Caminando por la Verdad.
La 13 en los ojos del mundo
Pero la Operación Orión ha venido a convertirse en un punto de contraste, en comparación del cual cobran importancia y significado los muchos procesos de reconstrucción del tejido social que han venido desarrollándose en la Comuna 13 durante los últimos años.
Hoy, líderes ambientales, artistas, emprendedores, maestros, madres cabeza de hogar, agentes de turismo y un sinfín de actores sociales más, han hecho que el que antes era considerado como uno de los sitios más peligrosos de Medellín, hoy sea un referente del turismo a nivel mundial.
“Medellín es una ciudad espectacular. Tiene grandes cosas que se pueden valorar, por la integración de la naturaleza en un ambiente urbano, cosa que no es fácil de hacer. Pero hay una cosa importante: la calidez de la gente, su disposición hacia el servicio y la apertura que tiene la comunidad hacia escenarios creativos: eso es lo que sucede en la Comuna 13”, afirma la experta en turismo comunitario internacional, Angélica de la Vega.
Al respecto, solo basta con mencionar el famoso 'Graffitour', quizás una de las actividades más populares de la Comuna 13. Consta de un recorrido por una serie de coloridos murales, pintados por artistas locales, que cuentan historias de resiliencia y reivindicación de los derechos colectivos.
Incluso, en algún momento del recorrido, el turista se topa con las muy fotografiadas escaleras eléctricas, mismas que se han convertido en un referente de la ciudad.
El arte como refugio
'Pazzearte' es una de las tantas iniciativas de paz de la Comuna 13. Este proyecto viene promoviendo programas de formación y acompañamiento comunitario. Martha Lucia Medina, integrante de este colectivo, explica que las organizaciones sociales que le apuestan a la paz en esta comuna de Medellín, deben ser formadas, pero también deben tener la oportunidad de proyectar sus talentos.
“Hemos encontrado todas las posibilidades para que nos encontremos, seamos escuchados y haya un proceso de confianza y solidaridad. Lo que necesitamos es proyectar todos nuestros quehaceres artísticos y culturales”, dice Martha Lucía.
Es así, entonces, como la comunidad de la Comuna 13 sigue resistiendo y resignificando los modos de ver su propia historia.
La Comuna 13 de hoy es, sin duda, una comuna de paz, de los múltiples modos del arte, de la conciencia colectiva y la memoria que, no obstante, no se conforma con ser la cara de un simple fenómeno turístico.
Allí, las víctimas tienen una voz de trascendencia que antes era ignorada. Y si bien sus habitantes reconocen el silencio y la desidia del Estado, no por eso se cruzan de brazos. Este sitio de Medellín es una escuela de la vida y de la colectividad. La Comuna 13 es lo que es por su gente.
