Cada 21 de junio, los pueblos originarios de Argentina, Bolivia, Chile y Perú llevan a cabo el Año Nuevo Andino, una práctica que varía de acuerdo a los aspectos culturales de cada país, pero que comparte un mismo significado en el agradecimiento a la madre naturaleza y los ancestros.
Esta celebración se hace en razón del solsticio de invierno, momento en que sucede una de las noches más largas, donde surge un nuevo sol. Luego, las comunidades consideran que la tierra vuelve a nacer, dando paso a otro periodo de cosecha y la preparación para un nuevo tiempo.
El Año Nuevo Andino tiene fuerte influencia en las civilizaciones incas, quienes consideran que el sol es su dios principal, llamado el Inti Raymi, el cual se dispersó en Argentina y Chile, donde conmemoran el 'We Tripantu' o 'Nquillatún', término mapuche que tiene como significado “Salida del nuevo sol”.
Chile hace la festividad en las comunas de Lautaro en la Araucanía o en Temuco, así como en las ciudades de Concepción y Santiago. En Argentina, este tiene lugar en Ushuaia o Tierra de Fuego, donde los sabios de las comunidades resaltan la importancia del sol para la vida.
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Bolivia celebra el “Willkakuti”, también conocido como el “Retorno del Sol”, en el que los sacerdotes llevan cabo rituales, desde la madrugada del 21 de junio y hacen prácticas de compartir alimentos. Mientras que, Perú festeja con desfiles, danza y música típica, enriqueciendo las tradiciones culturales en el altiplano.
Así mismo, el Año Nuevo andino beneficia en materia de turismo y economía de las poblaciones locales, ya que sitios como Puno o el Lago Titicaca son un atractivo ceremonial y cultural, donde las personas podrán disfrutar de las maravillas de los paisajes.