En este mundo tan agitado en que vivimos, la música cumple a veces la función de calmarnos. Un compositor llamado Max Richter (nacido en Alemania en 1966) dice que a menudo piensa en su creación musical como canciones de cuna: deben captar la atención del oyente para después relajarlo… e incluso llevarlo a un estado cercano al sueño.
Estas consideraciones se parecen a las que durante muchos siglos tuvieron en cuenta los compositores de música sacra. Por ejemplo, un texto del siglo XVI anotaba que el buen compositor es aquel que puede transmitir a sus oyentes “la melancolía, el embeleso o el éxtasis”, propiedades de una experiencia religiosa.
La música sacra se sigue escribiendo. Y, por supuesto, se sigue escuchando, aunque la apague a veces el rugir de la vida moderna. Los compositores son tipos comunes y corrientes, que visten de jeans y usan computadoras. Incluso Arvo Part, que tiene pinta de monje benedictino, suele contrastar esa figura usando una gorra de béisbol.
Aquí les compartimos una lista de músicos que se dedican hoy día a llevar un mensaje espiritual a través de sus partituras.
Arvo Part (Estonia, 1935)
A sus 86 años, Arvo Part sigue siendo la figura principal de la música sacra en estos tiempos. Fue el creador de un estilo llamado “tintinabular”, que se basa en la evocación del sonido de las campanas. Su obra es por lo general para voces y debe ser interpretada en un tiempo lento y meditativo. Algunos críticos se han referido a su lenguaje como “minimalismo sacro”, es decir que utiliza el mínimo número de notas para crear una atmósfera sacramental.
Ola Gjeilo (Noruega, 1978)
En el año 2008 este compositor estrenó su ‘Misa del amanecer’, una obra de media hora de duración que evidenciaba sus dos grandes influencias: el cine y la religión. Solo un músico de estos tiempos podría mezclar elementos cinematográficos en una obra sacra. Desde entonces ha seguido escribiendo una música coral que los críticos han definido como “transparente y espacial”. También ha grabado discos para piano sin acompañamiento.
Primero fue seminarista y luego músico. Pero en la obra de Eriks Esenvalds no solo hay que buscar los elementos sagrados en alusiones a la religión tradicional, sino también en aproximaciones más paganas. O quizá sería mejor decir panteístas: la capacidad de ver a Dios a través de la naturaleza. Los textos que le sirven como fuente son variados, desde el Evangelio de San Lucas hasta una oración de la tribu Ute de Norteamérica.