En las tierras cálidas de la parte alta del municipio de Carmen del Darién, se levanta uno de los ejemplos más significativos del compromiso por la paz en Colombia: el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de Caracolí. A casi una década de la firma del Acuerdo de Paz, este ETCR se consolida como un símbolo de transformación social, resiliencia y esperanza.
Desde su creación, el ETCR de Caracolí ha sido hogar para excombatientes que apostaron por dejar las armas y construir un nuevo proyecto de vida en la legalidad. Hoy, este territorio no solo representa un lugar de tránsito hacia la vida civil, sino también un laboratorio vivo de reconciliación, intercambio cultural, deportivo y desarrollo sostenible.
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Avances visibles, retos persistentes
Uno de los avances más notables ha sido la consolidación de proyectos productivos que van desde la agricultura en tierras fértiles, hasta iniciativas de intercambio cultural y deportivo que buscan atraer visitantes interesados en conocer de cerca el proceso de reincorporación y la recuperación de saberes, tradiciones y costumbres ancestrales a través de la estrategia 'Polifonías para la Reconciliación'.
Esta estrategia tiene como objetivo fortalecer las habilidades comunicativas y la capacidad creativa comunitaria para la reconciliación y la no estigmatización entre firmantes de la paz, el Consejo Comunitario del Río Curbaradó, las comunidades vecinas al antiguo ETCR Silver Vidal Mora y la institucionalidad local, contribuyendo al restablecimiento del tejido social y la paz territorial desde los enfoques de género y étnico en los municipios Carmen del Darién y Riosucio del bajo Atrato.
A través de esta iniciativa se han creado grupos de teatro, danzas y música que han permitido el intercambio cultural entre las comunidades vecinas y los firmantes de paz que hacen parte del ETCR caracolí, fomentando la comunicación, la reconciliación y la construcción de paz a través de las manifestaciones culturales, utilizando el arte como mecanismo para contar sus historias de vidas.
Estos emprendimientos, en su mayoría colectivos, han recibido apoyo de entidades del Estado, cooperación internacional y organizaciones sociales. Sin embargo, detrás de cada logro hay una historia de esfuerzo, autogestión y resistencia frente a las adversidades, como la falta de acceso a servicios básicos, infraestructura y seguridad jurídica sobre la tierra, debido a que se encuentran en territorios colectivos de comunidades negras.
Tejiendo comunidad
Más allá de lo económico, el ETCR de Caracolí, en Brisas Consejo Comunitario del río Curbaradó, ha tejido fuertes lazos con las comunidades vecinas, desmontando estigmas y promoviendo una cultura de paz. Espacios de formación, jornadas de salud, encuentros deportivos y culturales son parte del día a día de una comunidad que avanza con paso firme hacia la reconciliación.
En palabras de uno de sus líderes: “Aquí no solo construimos casas y cultivos, estamos sembrando confianza y futuro, estamos construyendo identidad”.
El Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación ha permitido beneficiar directa e indirectamente a las comunidades vecinas, con el acceso a internet, energía eléctrica, construcción de bancas carreteable y la llegada de las Bibliotecas públicas móviles, espacios para la paz, espacios para la vida y el acceso a las nuevas tecnologías que han permitido la integración de cambios significativos en el tejido social y el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes de estos territorios.
Mirando hacia el futuro
A pesar de los desafíos, el ETCR de Caracolí sigue siendo una prueba viva de que la paz es posible cuando hay voluntad política, apoyo institucional y participación activa de la comunidad. Los excombatientes de Caracolí no solo están escribiendo una nueva historia para sí mismos, sino también para el departamento del Chocó y para Colombia.
Hoy más que nunca, este ETCR, ubicado en el corazón del bajo Atrato, necesita que el país no lo olvide, que la sociedad lo escuche y que el Estado siga cumpliendo con su parte. Porque en Caracolí, la paz no es un discurso: es una práctica diaria.