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Más de mil 400 hectáreas de tierra fueron entregadas a familias campesinas en Magdalena por la ANT

Luego de ocho años de lucha, familias campesinas de los municipios de El Banco, Santa Ana y Aracataca recibieron 1.481 hectáreas de tierra ¡Un reconocimiento y reivindicación de sus derechos!
Entrega de tierras en Magdalena: avanza reforma agraria
Foto de: Laudy Pérez
Víctor Peñaloza y Laudy Pérez

El sol se alza sobre los campos del sur del Magdalena como testigo silencioso de una lucha de más de ocho años. 

Esta vez, su calor no abrasa como antes: hoy es parte del abrazo de la victoria. En El Banco, Santa Ana y Aracataca, tres municipios del departamento, más de 1.400 hectáreas de tierra han sido oficialmente entregadas a familias campesinas por el Gobierno nacional, a través de la Agencia Nacional de Tierras (ANT).

Es un hecho histórico para una región donde la desigualdad en la tenencia de la tierra ha marcado generaciones. 

Los predios entregados —La Herradura, Las Vegas y La Bendición— no son solo parcelas de tierra: son territorios recuperados por la dignidad. 

Uno de ellos, la Hacienda La Herradura, en el municipio de El Banco, ha sido habitada por campesinos durante más de ocho años, esperando el reconocimiento legal.


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Foto de Laudy Pérez 

Allí, en medio del polvo y la esperanza, José Garizábal, representante legal de la Asociación Herradura, resume el sentimiento colectivo:

“Hoy es un día histórico. Llevamos años viviendo esta tierra, cultivándola con nuestras manos, y ahora podemos decir que es oficialmente nuestra. Se acabaron los días de miedo, de sentir que no teníamos derecho a estar aquí.”

José recuerda los tiempos de incertidumbre con la claridad de quien ha luchado desde abajo. Las 66 familias que conforman la asociación han resistido desalojos, amenazas y abandono estatal. Pero nunca se rindieron.

A su lado, Julio César Cera, también de la asociación Agroerradura, pone en palabras el significado más profundo de la tierra: 

“Para nosotros, la tierra es vida. Aunque no tengamos lujos, ni luz, ni ventiladores, tenemos esto. Cultivamos con lo poco que tenemos. La reforma agraria no es un discurso: es una realidad que hoy se concreta aquí en el sur del Magdalena.”

La entrega de los predios fue liderada por el director general de la ANT, Felipe Harman, quien destacó que esta acción es parte del programa Tierras para la Paz, una política bandera del gobierno del presidente Gustavo Petro. 

Entre los asistentes, la voz de Yurima Cadena Jiménez, secretaria de la Asociación Herradura, se eleva con fuerza. Representa a las mujeres quienes han sostenido la lucha campesina desde el corazón del hogar:

“Llevo ocho años en este proceso. Como mujer y cabeza de hogar, esta tierra representa un futuro digno para mis hijos. Es la recompensa a años de esfuerzo. Gracias al presidente Petro, a Felipe Harman, a todos los que creyeron en nosotros.”

Pero el camino ha estado sembrado de dolor. 

Claudia Machuca, otra de las líderes del proceso, recuerda con voz entrecortada los nombres de quienes dieron la vida por esta causa: 

“Hace ocho años, junto a los compañeros Teófilo Acuña y Jorge Tafur, comenzamos este proceso. Ellos fueron asesinados por defender estas tierras. Esta entrega es también por ellos. Ellos soñaron con este momento. Y aunque no están, su lucha no fue en vano.”


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Foto de Laudy Pérez 

El retorno de la tierra

El Magdalena recibió en total 1.481 hectáreas, distribuidas en tres predios, siendo el de mayor extensión la finca Las Vegas en Santa Ana (765 hectáreas), seguido por La Herradura en El Banco (616 hectáreas). 

Estas tierras ahora hacen parte del tejido de dignidad que se construye desde abajo.

“Estamos saldando una deuda histórica con el campo. Esta reforma agraria no es solo redistribuir tierras, es devolverle dignidad al campesinado colombiano y asegurar que la paz total sea una realidad sostenible”, afirmó el director de la ANT, Felipe Harman.

Con esta acción, el Gobierno del Cambio envía un mensaje claro, la reforma agraria no es una promesa, es un proceso en marcha, con rostro, con nombres, con familias que hoy ven un sueño cumplido y un futuro posible, garantizando que el campesinado viva, produzca y prospere en paz.

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