En un nuevo golpe contra los derechos laborales de millones de colombianos, ocho senadores de la Comisión Séptima del Senado decidieron hundir la Reforma Laboral con una ponencia de archivo, bloqueando así un proyecto que buscaba devolver derechos fundamentales a la clase trabajadora.
La indignación no tardó en llegar. A esta hora, cientos de jóvenes del SENA protestan en el Congreso, exigiendo respuestas, pues la reforma garantizaba que sus contratos de aprendizaje fueran reconocidos como contratos laborales formales con prestaciones y salario mínimo. Un beneficio que, con el hundimiento de la reforma, les ha sido negado.
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Congresistas que frenaron la reforma laboral, ¿quiénes son?
Entre los congresistas que votaron en contra de la reforma son miembros de partidos tradicionales y sectores de derecha, quienes, con sueldos de 48 millones de pesos mensuales , han decidido cerrar la puerta a mejoras laborales para quienes ganan menos de un salario mínimo y trabajan en condiciones precarias. Los nombres detrás de esta decisión son:
Centro Democrático : Josué Alirio Barrera Rodríguez, Honorio Miguel Henríquez Pinedo
Alianza Social Independiente (ASI) : Sor Berenice Bedoya Pérez
MIRA : Ana Paola Agudelo García
Partido Conservador : Nadya Georgette Blel Scaff, Esperanza Andrade Serrano
Colombia Justa Libres : Beatriz Lorena Ríos Cuéllar
Partido Liberal : Miguel Ángel Pinto Hernández
El archivo de la reforma significa el bloqueo a avances como la estabilidad laboral, la reducción de la jornada nocturna desde las 7:00 pm, el aumento del recargo dominical al 100%, el reconocimiento de licencias remuneradas y un auxiliar de conectividad para quienes trabajan desde casa.
Una vez más, el Congreso tomó una decisión que impacta directamente a los trabajadores del país. Mientras los senadores que votaron en contra de la reforma reciben altos salarios y beneficios, millones de colombianos continuarán enfrentando condiciones laborales precarias, contratos inestables y falta de garantías laborales.
Las protestas continúan, y el llamado desde los sectores sindicales y sociales es claro: la lucha por los derechos laborales no termina aquí.