Las dinámicas de la guerra crean escenarios donde los pueblos étnicos pierden sus tradiciones culturales, en Bojayá, Chocó, un territorio donde las comunidades negras e indígenas conservan sus culturas; en algunos momentos; se vieron interrumpidos los métodos de transmisión de los saberes ancestrales basados en su totalidad en la tradición oral.
Con el ánimo de recuperar esa oralidad en Bellavista, Bojayá, un grupo de mujeres decidió recuperar los juegos infantiles ancestrales y la medicina tradicional que han sido una herramienta de resistencia al reclutamiento forzado y los suicidios porque, a través de ellos, se forma a los niños y niñas en valores humanos, así, nació la asociación de mujeres resistentes de Bellavista “MUREBE”.
María Eugenia Velásquez, coordinadora de este grupo de mujeres, afirma que su objetivo es “que los niños jueguen y que no tengan la mente metida en la tecnología o la violencia”, tarea que se propusieron desde el 2016 y que piensan llevar a todos los rincones del departamento del Chocó.
Ella ha participado de los procesos organizativos desde el 2002, tras la masacre de Bojayá: “cuando el desplazamiento que estábamos en Quibdó me tocaba recorrer los barrios buscando a la gente que no estaba recibiendo las ayudas porque no sabíamos dónde estaban ubicados”, así surgió su liderazgo desde la adversidad, como muchos en este municipio.
Al retornar se involucró en estos procesos en los que inició como acompañante de los jóvenes en diferentes espacios como cuidadora “después que retornamos los curas montaron los grupos juveniles y me llamaban cuando ellos tenían salidas para que le hiciera acompañamiento”, dijo la coordinadora.
Esto la llevó a enamorarse cada día más de los métodos formativos que hoy la tienen liderando una iniciativa que está transformando la infancia y adolescencia en Bojayá, en donde, entre el 2021 y 2022, ocurrieron nueve suicidios y ocho intentos fallidos, todos en población joven, según datos de la dirección local de salud de Bojayá.
“En el año 2016, en un corredor estábamos jugando bingo y vimos a unos niños jugando a dispararse con pistolas de madera y en ese tiempo estaba la universidad ICESI visitándonos y nos surgió la idea de explicarles a ellos la situación y pedirles qué no los apoyaran con la elaboración de un proyecto para rescatar los juegos tradicionales, ellos aceptaron y desde ahí surgió “MUREBE”, narra María Eugenia.
Los que buscan es que los niños y niñas del municipio retomen esos juegos tradicionales que les permitió a las generaciones pasadas tener una vida alejada del conflicto armado que interrumpió la transmisión de los saberes haciendo que las personas pierdan la esperanza en un mejor mañana.
María Eugenia Velásquez quiere que los juegos ancestrales sean el centro del desarrollo juvenil en el Chocó “estamos trabajando con los juegos tradicionales y las plantas medicinales porque son culturas que se están perdiendo en nuestro medio porque los niños y niñas, no sabemos si sea la tecnología, pero ya no juegan los que los abuelos jugaban y eso es lo que nosotras queremos rescatar; jugar con ellos para que se saquen la violencia de la mente”, afirma.
Los juegos los seleccionan, por sus características narrativas y de aporte a la cultura afro e indígena, son aquellos que mezclan música, bailes, cantos, versos, que hacen mención a la naturaleza, la cultura, el arraigo, la defensa del territorio y las labores del campo “los juegos que estamos trabajando son: Virón, Virón, Virón, el arranca yuca, libertad, la tongolita, el compadre chamuscado, carbonerita, la sortijita, el ratón de espina, la lleva, el quemado, la gallina ciega, cocorove, recatón, chivita salí de tu huerto, el gato y el ratón, el pollo negrito, candela en la casa vieja, el ángel y el demonio; que son los juegos que los abuelos nos enseñaron a nosotros y que nunca nos hizo pensar en la guerra”, agrega.
El trabajo lo empezaron en Bellavista en el año 2017 y desde entonces alternan las capacitaciones con el trabajo en campo para María Eugenia esto les ha permitido mantenerse activas, aunque durante la pandemia el trabajo ha sido poco pero provechoso “la primera actividad la hicimos el 8 de diciembre día de las velitas, reunimos a todos los niños de sector y socializamos e hicimos propaganda”, dice mientras sonríe.
Se acomoda en la silla de plástico donde está sentada y continua su relato “los de la universidad ICESI viene en promedio dos veces cada año, más que todo para la conmemoración del 2 de mayo; en ese tiempo aprovechan para darnos capacitaciones y luego nosotras eso lo replicamos con los niños y niñas”, cuenta.
En mayo del 2022 junto con el grupo de las alabaoras de Pogue trabajaron en el proyecto “Modelos de Justicia Local y Rural” con los niños y niñas de este corregimiento (Pogue), que hacen parte del semillero de alabaos, en la apropiación de la medicina ancestral y juegos tradicionales “en nuestros pueblos se están muriendo nuestros ancestros y no sabemos qué hierva sirve para el dolor de estómago o qué hierva sirve para la fiebre, todo eso es lo que nosotros queremos hacer recuperar con los niños y niñas para conectarlos con el territorio”, añade.
La medicina tradicional ha sido una bandera de los pueblos étnicos que fomenta el arraigo en los territorios, cuando un niño o niña nacía le sembraban el ombligo junto con una planta y lo ombligaban con preparaciones de plantas tradicionales y el conocimiento ancestral, convirtiéndolos en parte del territorio mismo “esta es nuestra tierra y la tenemos que querer y defender”, dice con firmeza.
Sueñan con tener un lugar propio para poder realizar las actividades, debido a que la falta de escenarios adecuados dificulta su labor “ahora tenemos un proyecto para construir una casa y una huerta donde sembrar las plantas y de ahí ir trabajando por que ya nos estamos capacitando en la elaboración de productos medicinales con las plantas”, puntualiza María Eugenia.
Otro de sus sueños es extender ese trabajo a todo el departamento del Chocó, por ello se encuentra elaborando una cartilla con la cual planea llegar a las zonas más apartadas; venciendo la barrera de le geografía y confiando en el poder transformador de la lectura.