Edgar superó con mucha ventaja el promedio de 200 puntos que el ministerio de Educación Nacional estima para estudiantes con cualquier tipo de discapacidad. Su calificación fue de 326 puntos y entró en lista de los mejores 48 estudiantes del país.
“Toda meta que se propone la cumple, es un joven de corazón noble, muy disciplinado y es mi mayor orgullo”, con estas palabras Judith Páez describe a su hijo, Edgar Alexander Orozco Páez, un joven con síndrome de Down nacido hace 20 años en Distracción, un pequeño municipio del sur de La Guajira, donde aprendió que no hay barreras para lograr los objetivos.
Desde muy pequeño, Edgar forjó su carácter y jamás se amilanó ante las adversidades; uno de sus primeros retos en la vida fue enfrentarse al entorno escolar, “todo el mundo nos decía que él tenía que ir a un colegio para niños de su condición, pero aquí en el municipio no contamos con esos centros de estudios, por eso nos tocó matricularlo en un colegio tradicional, no lo puedo negar, sentimos mucho temor” dice Judith.
Sin embargo, Edgar superó victorioso esa primera barrera, se integró con sus compañeros, siempre fue un chico participativo, responsable con sus tareas y a la altura de todas las exigencias escolares.
Pero los retos no solo fueron para Edgar, su mamá Judith desde hace nueve años, cuando su esposo falleció, tuvo que asumir sola la responsabilidad de sacarlo adelante. Ella es instrumentadora quirúrgica de profesión, pero ante la falta de oportunidades laborales tuvo que dedicarse a tareas agrícolas para conseguir el sustento.
Todos los días, ella salía de Distracción para una finca ubicada en el corregimiento de Chorreras, donde se dedica a producir arroz (cultivo tradicional del municipio), y para no descuidar a su hijo tomó la decisión de inscribirlo en la Institución Educativa Rural Gladis Bonilla de Gil, ubicado allí en ese pueblo, donde Edgar recibió su grado de Bachiller.
Pero como la mayoría de las madres, Judith poco habla de sus sacrificios y por el contrario, no escatima elogios hacia su hijo, “gracias a ese esfuerzo de él (Edgar) y sus ganas de avanzar, sacó adelante la primaria, entró al bachillerato y logró el mejor resultado de las pruebas Saber de jóvenes con su condición en el departamento de La Guajira” cuenta orgullosa.
Edgar superó con mucha ventaja el promedio de 200 puntos que el ministerio de Educación Nacional estima para estudiantes con cualquier tipo de discapacidad. Su calificación fue de 326 puntos y entró en lista de los mejores 48 estudiantes del país.
Con este logro, Edgar fue merecedor de la beca Mario Galán Gómez que entrega Ecopetrol a los mejores bachilleres de Colombia y el pasado 4 de septiembre comenzó sus estudios profesionales en Licenciatura en Educación Física, un nuevo reto que lo tiene cargado de felicidad.
“Fue matriculado en la Universidad de Pamplona, sede Valledupar, pero por ahora las clases son virtuales así que sigue en casa; él se levanta temprano, tiene muy presente el horario para sus clases, ya está haciendo sus trabajos y me dice que además quiere estudiar informática, me tiene loca con esa idea” señala Judith Páez.
Y es que definitivamente Edgar Alexander no tiene restricciones, además de su capacidad intelectual también goza de talento artístico; en su tiempo libre, asiste a la dirección de Cultura para recibir clases y ejecuta con mucha destreza el acordeón, también baila, pinta y escribe en un diario todo lo que pasa con la selección Colombia y el fútbol colombiano, especialmente con el Junior de Barranquilla, el equipo de sus amores.
“Yo sueño con ir al estadio en Barranquilla y estar con los jugadores, también voy a tocar con Silvestre Dangond en Valledupar, eso quiero” dice emocionado Edgar con sus ojos cargados de ilusión, y seguramente lo conseguirá, porque ya demostró que para él no existen los límites, menos la discapacidad, solo sus anhelos, el amor de su familia y las ganas de seguir adelante.