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Las mujeres y las independencias que faltan

Este es un recuento, desde la voz de algunas mujeres, de las muchas batallas que siguen dando a fin de lograr una "independencia" más vivencial y actual.
Foto: Pixabay
Carlos Brand

Este es un recuento, desde la voz de algunas mujeres, de las muchas batallas que siguen dando a fin de lograr una "independencia" más vivencial y actual.

Esa palabra en la cabeza de Ruby Lolay Cabeza Castillo tiene la forma de una carretera. Su batalla, y la de otras 350 mujeres, fue en un pantano, y no “de Vargas”, y su arma fue la abstinencia sexual.

La carretera

No hablamos de una gran vía, pero sí de una vital: un camino que une a varios municipios, entre ellos Barbacoas, de donde es oriunda Ruby, con las ciudades más importantes de Nariño, departamento del suroccidente de Colombia.

La carretera fue por mucho tiempo una trampa mortal. En ese lugar, convertido en un pantano que tragaba carros, no pocas personas murieron en medio de un traslado hospitalario. A veces, el barrizal era tan denso que tardaban hasta tres días en recorrer apenas 57 kilómetros.

Esta era una necesidad de vida para ellos pero dependían de decisiones ajenas. Soluciones en manos de funcionarios indiferentes. Por eso, las mujeres decidieron rebelarse e iniciaron una huelga de sexo.

El cese de actividades sexuales le dio la vuelta al mundo con la expresión "piernas cruzadas", a principios de este siglo. Su legado de independencia aún persiste y estas mujeres buscan lograr más reivindicaciones.

Las historias sobre la independencia de Colombia y las grandes batallas que la precedieron narran la gloria de personas que planearon, organizaron y combatieron. Pero ahora, ese concepto tiene numerosos rostros y propósitos.

Para muchas mujeres, la independencia es la capacidad de decidir, pero a veces, las medidas, por ejemplo, sobre el futuro del mundo como lo conocemos, las toman otros.

La basura

En San Agustín, Huila, la campesina Julieth Galindo se cuestiona si somos independientes, porque para ella la tierra y la independencia vienen unidas y, evidentemente, allí no hay una relación armoniosa.

Y tiene toda la autoridad moral para cuestionarlo. Esta joven de 25 años creció en un proceso organizativo llamado Paocos, que sembró desde su niñez una conciencia avanzada sobre el cuidado del entorno.

Esa organización ha logrado que en el místico San Agustín los residuos orgánicos se conviertan en material aprovechable para la agricultura. Eso es, nada menos que independizar a todo un municipio de su propia basura.

El trabajo de Paocos y sus luchas constantes para mejorar su territorio la llevó también hacia el Río Magdalena, cuyas aguas aún pasan limpias cerca de su vereda. Es un símbolo de conservación, parte del Magdalena, un caudal de mujeres.

Ella sabe que la independencia solo se logra con dos palabras que se dicen fácilmente pero son difíciles: “amor y cuidado”.

Independencia por autonomía

Hay independencia cuando el otro no intenta doblegarnos, cuando el otro respeta lo diferentes que somos, cuando nuestro cuerpo es nuestro.

Esa es la razón de ser de gran parte de las reivindicaciones de género de nuestros tiempos. Una perspectiva de independencia mucho más cercana que la gloria por el logro de la independencia del reino español.

Beatriz Quintero ha batallado durante muchos años contra esos otros yugos que hacen de nuestras sociedades lugares violentos e inequitativos.

Por eso, para ella, la consigna sobre la independencia debe virar hacia una en torno a la “autonomía”. Otra palabra que suena sencilla, pero que encarna décadas de luchas.

Se trata de eliminar la dependencia y reinar sobre el cuerpo propio, las decisiones, la política y también autonomía económica. Las independencias solo se logran con autonomía.

Un contrato natural

Esa clase de libertad en la sociedad se obtiene dando batallas como la de Beatriz dentro del feminismo. También se logran mirando el mundo a través de otros ojos, desde la óptica de la estética que es capaz de remover la realidad, como en el caso de María Belén Sáez.

Es una curadora de arte a quien conocimos por su labor en una instalación artística, tributo a la mujer y en protesta por la violencia en su contra, realizada por Andrea Echeverry, vocalista de Aterciopelados.

La vocación de María Belén está en gestionar la cultura como un elemento transformador que nos permita recuperar nuestra memoria como sociedad.

Desde la música, las artes plásticas y otras formas estéticas, que considera un solo elemento integrador, busca además fortalecer una forma de biocultura, en sus palabras “un nuevo contrato natural”.

La mujer común y excepcional

Estas mujeres que han logrado destacarse en la sociedad actual tienen una muy enriquecida visión de la palabra independencia y representan a muchas otras mujeres que llevan su vida y sus propias luchas en el anonimato.

Mujeres como Elsy ven el desfile del 20 de julio desde sus televisores y piensan en lo lejano de la conmemoración. Piensan en qué harán para el almuerzo y con qué dinero terminarán el mes.

Elsy Correa se dedica a hacer aseo en una clínica odontológica y nos atiende mientras trabaja, siempre con una sonrisa mientras nos dice “yo le voy contando todo lo que pueda, claro que sí”.

Su suficiencia y conocimiento está en lo más profundo de la vida real y considera que esa INDEPENDENCIA, como suceso histórico, ya guarda mucha distancia con la independencia que añora la gente sin dinero.

“Para los pobres, el Día de la Independencia es como cualquier otro”, dice sin dudarlo.

Al preguntarle cuál sería una verdadera independencia nos contesta con sorpresa, como si nunca se hubiera sentado a pensar el significado de la palabra.

Pero acto seguido dice que lo más importante es lograr que la gente se independice en pequeñas grandes cosas, como tener un acueducto, poder acceder a salud con prontitud, lograr buena educación para sí mismo y para sus hijos, entre otras grandes luchas inconclusas de la base social colombiana.

Finaliza diciendo que la dignidad, en resumen, sería una palabra que bien podría ser sinónimo de la independencia.

Dignidad, memoria, autonomía, cuidado. Todo unido en un solo término: Independencia, una palabra grande con la que seguimos soñando, porque no es solo un hecho histórico, es una prioridad vital.

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