Emocionante, sentimental, rigurosa: muchos podrían ser los adjetivos aptos para describir la velada final de la versión 47 del Festival Antioquia le Canta a Colombia. En una noche pasada por lluvia y sin embargo atemperada por el calor de la música, 13 finalistas expusieron, en el coliseo de Asdesilla del municipio de Rionegro, lo mejor de su repertorio andino tradicional frente a cientos de asistentes y una terna de jurados de altísimo perfil.
¿Las categorías? Cuatro: Solitas, Duetos, Grupos y Obras Inéditas. El dulce color de las notas comenzó a sonar pasadas las 8 p.m., frente a un público expectante, silencioso, analítico. Tras bambalinas, cantantes, guitarristas, bandolistas, tiplistas, percusionistas y en fin… músicos de todas las facturas, se abrazaban, rezaban, temblaban. Uno tras otro fueron subiendo a la tarima, tejiendo una bellísima sucesión de canciones del corazón ante la cual era imposible no conmoverse.
Pero la noche avanzó. Tras la última interpretación de la categoría de Obras Inéditas, el jurado debió retirarse para la deliberación final. Mientras tanto, entre susurros y conversaciones, amenizado por el Dueto Romántico y su interpretación de cuatro obras eminentes del maestro Tartarín Moreira, en homenaje del cual tuvo lugar esta versión del festival, el público esperaba. En el ámbito había quedado sonando el eco de estrofas y coros; canciones legendarias como 'El cafetal en flor' de José Macías, 'Cuando llegan las tardes' de José A. Morales, 'Bésame' morenita de Álvaro Dalmar y 'Llamarada' de Jorge Villamil.
Ya ad portas de la medianoche, el jurado de Antioquia le Canta a Colombia subió a tarima para anunciar a los ganadores. Tras ellos, en media luna, todos los intérpretes de la noche observaban las placas dispuestas para los galardonados sobre una mesa redonda, brillando bajo la luz de los reflectores.
El maestro Puno Ardila, reconocido cantante, guitarrista y gestor cultural de Santander, tomó la vocería del jurado, integrado también por el compositor y arreglista Gustavo Díez, y la directora de orquesta y coros, Cecilia Espinosa.
El maestro Ardila anunció, inicialmente, los premios especiales, otorgados al Mejor guitarrista, el Mejor tiplista, el Mejor bandolista, la Mejor propuesta tradicional y el Mejor aporte creativo; los ganadores de las primeras tres categorías recibieron, además de una placa, nuevos instrumentos de estudio del luthier Juan Pablo Rueda. Entonces, llegó la hora de anunciar a los ganadores de las categorías en competencia. Emoción, nervios, ansiedad: lo cantado, cantado estaba, y ahora solo restaba celebrar y aplaudir.
Natalia Trejos fue el primer nombre que sonó. La cantante antioqueña había obtenido segundo puesto en la categoría Solistas. El primer puesto estaría entonces entre Eliana Carolina Vásquez del departamento de Santander, y “Tinna” Méndez, quien venía en representación de Bogotá. En efecto, fue esta última quien se llevó el primer premio en su categoría, gracias a una imponente puesta en escena y una serie de interpretaciones que dejaron ver ciertos tonos de jazz y blues. La de “Tinna” Méndez fue, quizás, la propuesta más disruptiva de la noche.
El turno, ahora, era para los Duetos, la categoría más competida de la noche, no solo por la cantidad de participantes (cuatro) sino también por la notoria calidad de los mismos. Por unánime decisión, el dueto Camino Real se llevó el segundo lugar, gracias a su impecable interpretación de Migas de silencio, un pasillo de Óscar Hernández y León Cardona, y de El Guayatuno, un torbellino de Efraín Medina Mora.
Pero los aplausos reventaron cuando el jurado anunció que el mejor Dueto del festival había sido el Dueto Cayena y Margarita. Y es que, con apenas un par de meses de trabajo conjunto, la casanerense Lizeth Viviana Vega y la boyacense Leidy Belén Osorio, habían hipnotizado al público con su versión de Llamarada y un bambuco compuesto por Lizeth titulado Colombia es tuya y mía; fue aquella, en verdad, una canción para llorar.
El primer puesto en la categoría de Grupos se lo peleaban representantes del Huila, Antioquia y Valle del Cauca. Fue Ensamble Samán, un grupo creado en el 2015 por el Área de Cultura de Bienestar Universitario de la Universidad ICESI (Valle del Cauca) el que se quedó con el segundo lugar. Entonces, en medio de los aplausos, el jurado anunció al ganador absoluto de la categoría: Bambú Ensamble. Se trata de una agrupación conformada en el 2015 por músicos de la corporación Batuta Huila y la Fundación Cultural Tuco Reina, y que, con nueve músicos en escena, encantaron al público paisa con Olor a guayaba y El contrabandista.
Así las cosas, solo restaba anunciar al ganador de la categoría Obras Inéditas. Ya los nombres de los compositores habían sido revelados en la mañana del domingo, cuando el jurado dio a conocer la lista de los finalistas.
Competían, de tú a tú, Que nadie se entere de Ancizar Castrillón, Holocausto de amor de Lizeth Viviana y Hechicera de besos de Fernando Meneses. Sin más ni menos, fue este último quien se llevó el primer puesto ante el beneplácito de un público que, entusiasta, supo aplaudir y festejar la decisión de un jurado cautivado por la obra de un compositor vallenato que se aventuró a escribir música andina.
Sin duda alguna, las grandes ganadoras de la noche fueron el Dueto Cayena y Margarita, pues además de recibir el premio mayor de su categoría, se quedaron también con el Gran Premio Tartarín Moreira, el primer y segundo puesto de la categoría 'Obras Inéditas' con 'Holocausto de amor' de Lizeth Viviana y 'Hechicera de besos' de Fernando Meneses (interpretada por Eliana Carolina Vásquez), y, por si fuera poco, con el premio al Mejor bandolista, otorgado al huilense Pablo Triviño.
El Festival Antioquia le Canta a Colombia, en su versión 2022, quedará así en la memoria del público melómano colombiano como el gran homenaje a la música andina, a los sonidos de la música tradicional antioqueña.
Fue esta una verdadera fiesta de la canción protagonizada (¡y de qué manera!) por jóvenes talentosos que, desde los once años, nos hicieron recordar que la mal llamada “música de viejos” está rejuveneciendo indefectiblemente.