¿Se imaginan leer un texto y que en un momento las letras empiezan a parecer otras hasta el punto de que todo pierde sentido? Esto, más allá de una sensación, es un trastorno del aprendizaje conocido como dislexia. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), de las más de 7.000 millones de personas que existen en el mundo, un 15 por ciento de ellas padecen esta dificultad neurobiológica que no solo afecta sus procesos de lectura, sino también de escritura, e incluso, el desarrollo de la vida en general.
La dislexia puede acarrear otros problemas al formar adecuadamente las palabras mientras se habla. Esto también deriva en dificultades para aprender idiomas, dificultad para resumir historias, memorizar información y entender bromas. Incluso, aunque el trastorno no tiene que ver con el nivel de inteligencia de quien lo padece, se tiende a percibir de esta manera, lo que conlleva a problemas en la salud mental.
“Las personas con dislexia tienen una inteligencia normal y, por lo general, también una visión normal. La mayor parte de los niños con dislexia puede tener éxito en la escuela con la ayuda de un tutor o de un programa de enseñanza especializado. El apoyo emocional también juega un papel importante”, aseguran expertos de la Clínica Mayo.
Teniendo esto en cuenta, es importante estar atento e identificar quienes padecen este trastorno para poder encontrar métodos que lo ayuden a desarrollar su vida, sin embargo, en el mundo hay retrasos en este proceso. Colombia, por ejemplo, es uno de los países que no ha estudiado la dislexia lo suficiente.
En el territorio nacional una de las últimas investigaciones realizadas acerca del trastorno se hizo en 2015 y este dio cuenta de que solo en Bogotá, de una muestra de 220 niños de 9 años, el 3,6 por ciento de ellos es dislexico. Ese mismo año también se encontró en Barranquilla que, de una muestra de 112 niños de siete años, el 3,3 *por ciento % padecían el trastorno.
Así como en el país los datos de dislexia son escasos, también lo son las leyes para atender de forma especial a esta población. En 2016, y posteriormente en 2018, se impulsaron proyectos en el Congreso de la República que buscaban crear un enfoque educativo para quienes padecen dislexia, pero estos no lograron ser aprobados.
Las normativas planteaban adaptar el currículo en cada institución alineado a las necesidades y requerimientos de cada persona con el trastorno, y sobre todo, crear y fortalecer procedimientos para la detección temprana de los casos. Este último punto resulta esencial porque, aunque los expertos aseguran que la dislexia no tiene cura, señalan que un diagnóstico oportuno mejora la calidad de vida y el aprendizaje.
Mientras los gobiernos consolidan políticas en pro de las personas con dislexia, cada individuo puede ayudar a esta población con acciones sencillas que promuevan su inclusión. Estas son las recomendaciones de los expertos de la Clínica Mayo para hacer frente a este trastorno de aprendizaje:
— Detectar la dislexia a tiempo. Padres y maestros deben estar atentos a los signos como problemas para comprender, memorizar, incluso entender bromas o ciertas expresiones comunes.
— Los padres de familia deben acudir a especialistas en lectura, habla y lenguaje, psicólogos y neuropsicólogos infantiles y maestros en educación especial.
— Recurrir a formas de aprendizaje no convencionales, como las secuenciales y multisensoriales, para así ayudar a que la persona disléxica pueda decodificar y reconocer palabras, mejorar su ortografía y la fluidez en la lectura.
— Motivar a quienes padecen el trastorno para que avance en su proceso formativo.
— No burlarse de las personas que puedan mostrar problemas para aprender.