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Las oportunidades laborales que exploran los migrantes venezolanos en Colombia

Por: Juan Ricardo Pulido

Foto: Juan Ricardo Pulido.

Por: Juan Ricardo Pulido

El Departamento Nacional de Estadística (DANE) registra a la ciudad de Ibagué como la tercera ciudad, a nivel nacional, con mayor empleabilidad para los ciudadanos venezolanos. Diariamente, alrededor de 80 a 120 inmigrantes caminan por la avenida principal de la ciudad, aunque en algunas ocasiones solo van de paso, en muchas otras, llegan para quedarse.

Jeferson Vargas Lemus es ibaguereño de nacimiento y trabaja con la Secretaría de Gobierno. Actualmente trabaja creando oportunidades de trabajo y vinculación social para los ciudadanos venezolanos que llegan a la ciudad, junto a entidades como la Pastoral Social, la Cruz Roja Colombiana, los hospitales públicos de la ciudad, las Direcciones de infancia y adolescencia, y las organizaciones de Derechos Humanos, con las cuales ha consolidado una mesa conjunta.

A partir de esta iniciativa, se han logrado desarrollar una serie de proyectos, en campos muy específicos, que, de algún modo, podrían orientar un trabajo conjunto, en aras de otorgar una mejor estadía y permanencia a los ciudadanos venezolanos. Se trata de trabajar con ellos en todos los campos que se pueda, más que en seguir ubicando recursos para alimentar el asistencialismo.

“La idea es no generar resistencia por parte del ciudadano local, sino que el ciudadano venezolano haga algún tipo de aporte que le permita volverse parte de la comunidad. Hay una alta aceptación cuando la población ibaguereña ve a los ciudadanos venezolanos trabajando, siendo parte de procesos culturales y deportivos, aportando a la sociedad”.

Así resume Jeferson, la que para él es la política de inclusión venezolana. La posibilidad de dejarles aportar y de darles a los inmigrantes un lugar en la comunidad, incluirlos en actividades con las que puedan aportar a la sociedad, en lugar de sosegarlos o alejarlos.

De un país beisbolero, a uno futbolero

Los gritos de aliento hacia los jugadores; los alegatos ante una tarjeta amarilla o, peor aún, una roja; la emoción cuando el delantero se acerca al arco y la liberación de energía a través del grito de gol; así es como el fútbol ha logrado unir personas a través de los años. Al deporte, y en especial a este deporte, se le apuesta para integrar a los jóvenes venezolanos en la sociedad colombiana.

El trabajo es tan sencillo como en cualquier barrio o población colombiana. Se arman los equipos, y se llevan a cabo los partidos.

A la luz del arte

El arte también ha creado oportunidades para los inmigrantes venezolanos, muchos de ellos cargados de talento musical, y a quienes se les ha brindado el apoyo para formar una carrera artística. Un ejemplo claro de las puertas que abre el arte, fue la inauguración del Festival Folclórico Colombiano que tuvo lugar en la ciudad de Bogotá. Una de las comparsas participantes del evento, era puro talento venezolano que mostraba con orgullo el joropo de su patria.

Carlos Quereigua, artista e intérprete de la música llanera venezolana, es un gran ejemplo de cómo el arte transforma vidas y conecta culturas. Su talento le ha llevado a grabar con artistas muy colombianos de la música popular, como Giovanny Ayala, haciendo que el recuerdo de su primer oficio en Colombia, no sea más que un bello momento. Sus primeros pesos en Colombia, los consiguió cuidando gallinas, pero pronto hallaría la oportunidad de grabar algunos de sus trabajos y abrirse camino en el mundo del arte.

Foto: Juan Ricardo Pulido.

Una historia de radio

Ricardo Moreno, ciudadano venezolano que trabajaba en su país como locutor de radio, llegó a la ciudad de Ibagué como tantos otros que encontraron refugio en la ciudad musical de Colombia. Allí creó el programa radial online ‘Venezuela Virtual’, que busca unir a todo el pueblo venezolano que se encuentra regado por el mundo, según se lee en internet.

Durante su programa, Ricardo se encarga de explicar la normatividad referente al fenómeno migratorio, hablar sobre la actualidad del éxodo venezolano y convertirse en un informativo con gran audiencia nacional e internacional.

Con un granito de café

Tolima no es un departamento cafetero, pero las fincas alrededor de la ciudad de Ibagué, les han brindado hospedaje, alimentación y sueldo a varios ciudadanos venezolanos a cambio de uno de los oficios más autóctonos del país, recoger café. Muchos habitantes locales han hablado de la escasez de oportunidades de trabajo que hay en el país y, aun así, han rechazado la posibilidad de trabajar en fincas cafeteras de la región.

En contraste, muchos arquitectos, ingenieros y diversos profesionales de nacionalidad venezolana, han tomado la oportunidad sin pensarlo dos veces y han aprendido el oficio que les abastece de tranquilidad y de un recurso monetario que pueden enviar a sus familiares en Venezuela. En estas fincas, los venezolanos cuentan con hospedaje, y el contrato que firman incluye alimentación y un pago monetario por su labor. Todo eso, bajo la sombra del palito de café.

La historia del éxodo

El éxodo venezolano comenzó con los ciudadanos más adinerados que salieron tratando de cuidar su capital, se dirigieron a las grandes ciudades y se acomodaron junto a sus familias. Luego, le siguieron los ciudadanos con títulos profesionales que tuvieron que vender algunas de sus pertenencias y buscar la manera de montar un negocio mientras aún pudieran establecerse lejos de casa.

Por último, salieron aquellos con escasos recursos monetarios que han atravesado la frontera a pie y que llevan días en busca de un lugar en el que alguien les brinde empleo, alimentación y refugio.

Todos salieron de su país, todos dejaron sus hogares buscando algo mejor, algunos ya se asentaron en algún lugar y otros tantos siguen caminando. Todos son venezolanos y todos nosotros tenemos la oportunidad de brindarles algún tipo de apoyo.

Desde que se agravó la crisis venezolana, se ha hablado del incremento de la inseguridad en Colombia, se han relacionado directamente a los venezolanos, pero pocos han llegado a la conclusión a la que nos lleva Jeferson: Si los incluimos en la sociedad, si les brindamos oportunidades y los integramos, reducimos la probabilidad de que, presas del desespero, puedan llegar al límite de delinquir con tal de conseguir algo de comida.

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