Se estima que el aguacate fue domesticado alrededor del año 5000 antes de Cristo por algunos pueblos de la región mesoamericana. El llamado árbol de oriente –por su nombre taxonómico- produce un fruto delicioso que atraviesa las costumbres gastronómicas del continente.
En Colombia la variedad más popular es el carmero, que suele acompañar al ajiaco, el sancocho y la bandeja paisa. Triturado, mezclado con cebolla, sal, limón y cilantro se transforma en una salsa con la que solemos cubrir las papas nevadas. A veces, los manjares más exquisitos suelen ser elementales.
En la actualidad, su gran demanda ha alterado dramáticamente grandes ecosistemas nativos. También ha inspirado varias canciones que, paradójicamente, no loan su pulpa aceitosa y su extraño sabor avellanado. Aquí recordamos cinco tonadas aguacateras.
Los Nada Que Ver - ‘El aguacate’
Que Bogotá sea una ciudad fría no quiere decir que las diferentes manifestaciones de la música tropical no hayan encontrado allí terreno fértil. Desde los lejanos años treinta del siglo pasado han florecido en las gélidas tierras paramunas desde la rumba criolla y la salsa, hasta combos de alto calibre fiestero como Los Nada Que Ver.
Fue una de las orquestas mimadas por CBS, sello que popularizó su particular estilo de música tropical andina en ciudades altas como Manizales.De su disco debut ‘Los parientes’ (1977) se desprende esta sorpresiva salsa en clave funk en la que Hernando Escobar, su cantante principal, entona una oda aguacatera escrita originalmente por Henry Castro. Un dato curioso: el bigotón que aparece en la portada es el mismísimo Claudio Soto, uno de los célebres Recochan Boys.
Joaquín Bedoya – ‘Tócame el aguacate’
Junto a Gildardo Montoya y Octavio Mesa, uno de los grandes cultores del sonido parrandero paisa fue Joaquín Emilio Bedoya Gómez (1943- 2014), famoso por su lírica astuta y sus canciones de doble sentido. Una de ellas es ‘Tócame el aguacate’, todo un compendio de picardías que gira en torno a una melodía recurrente del ambiente cantinero. El retruécano cuenta el infortunio de un cantante que no logra complacer con sus canciones los deseos de una dama.
La tonada que implora aquella mujer insatisfecha es ‘El aguacate’, un pasillo inmortal escrito por el compositor y bandolista ecuatoriano César Guerrero. Los orígenes de este patrimonio sonoro binacional pertenecen a la leyenda. Unos dicen que fue titulado así en honor al bar a donde el autor iba a cantar sus penas, mientras otros especulan que fue para elogiar a la fecunda mata de aguacate sembrada en casa de su novia.
Alguno afirma que fue por un ‘aguacatazo’ en la cabeza y hay quienes, diestros en el arte de hilar fino, se atreven a especular que la canción esconde en sus versos despechados un resumen de las propiedades afrodisiacas de la baya verdosa.
En cualquier caso, lo único cierto es que este clásico serenatero goza de particular recordación gracias a las versiones grabadas, entre otros, por Silva y Villalba, Eduardo Zurita, Los Ayer´s, Julio Jaramillo, Alfredo Gutiérrez y El Caballero Gaucho.
Velandia y la Tigra- ‘La mafia del aguacate’
Antes de aparecer en el disco debut de Velandia y La Tigra, ‘La mafia del aguacate’ fue la canción que le dio título a una propuesta musical y escénica con la que la extinta agrupación Cabuya parodió el carácter jactancioso de los mafiosos. Está basada en un caso de abuso policial en el que se vio envuelto DJ Trucha y un aguacatero.
Edson Velandia nos cuenta los pormenores de la situación: «En la carrera 33, junto al supermercado Mercadefam, en Bucaramanga, unos policías le decomisaron la carreta de aguacates a un vendedor ambulante. Tiraron su mercancía, empujaron al piso al muchacho y un agente le puso la pata en el cuello. Ahí fue cando Trucha se asustó y se fue a decirle al pelao que no se resistiera más pa’ que lo soltaran. En esas se le acerca un policía y le dice: “Usted no sea sapo”. Entonces lo agarraron del cuello y, junto al vendedor, lo subieron al camión. Desde allí Trucha gritaba: “Bajen al comando y nos sacan”. Y eso hicimos: bajamos y nos plantamos en la entrada. A los pocos minutos los soltaron».
Tras la infame anécdota, se revela un alegato de alto vuelo poético que cuestiona los paradigmas del progreso y el desdén sistemático hacia los campesinos y las campesinas del país. Para la muestra un verso crudo y estremecedor: “Muéranse bueyes que llegó el tractor”.
Parlantes- ‘Aguacate’
Parlantes es una agrupación veterana del circuito sonoro de Medellín. En su historia intermitente han grabado tres discos: Parlantes (2005), Lenguanegra (2009) y Todo esto eran mangas (2016). A ellos los atraviesa un estilo de rock cantinero que surge en medio de tangos descorazonados, boleros arrabaleros, sutiles baladas, humos densos, una pizca de condimento tropical e ingeniosas palabrerías.
Desmarcados del panfleto y la arenga vacua, sus sainetes y enredos semánticos son provocadores. Tal es el caso de ‘Aguacate’, una canción del primer disco en la que manifiestan socarronamente su disgusto frente a los desatinos bélicos.
Aunque la referencia obvia al burlesco remoquete con el que se suele aludir a la Fuerza Pública, parece ser el motivo principal de la canción, esta esconde una realidad espeluznante: la de las mujeres y los hombres que en plena juventud, muchas veces en contra de su voluntad, son reclutados en guerras ajenas.
Una ñapa venezolana
El Tuyero Ilustrado- ‘El aguacate’
Rafael Pino en la voz y Edward Ramírez en el cuatro conforman El Tuyero Ilustrado, un dueto que en los últimos años ha revolucionado la forma de interpretar el joropo central, uno de los ritmos más populares en los estados de Carabobo, Miranda y Aragua en Venezuela.
En la tradición tuyera de las letras picarescas, Pino propone una delirante ristra que describe las turbulencias políticas de una ensalada de verduras. Cada quien sacará sus propias conclusiones respecto al autócrata aguacate.