De acuerdo con la Corporación Opción Legal, el pacto de aula es mucho más que un acuerdo entre estudiantes y docentes, pues implica no solamente el intercambio de conocimientos, la negociación de saberes de todo orden y la transacción de las compresiones, concepciones e ideales individuales o colectivos sobre la vida que les configuran como sujetos sociales, culturales y de derechos, sino también el reconocimiento del contexto social del aula y colegio.
Sabemos que el aula de clase es un lugar semejante al hogar, donde interactuamos a través normas, valores, relaciones de amistad y cariño; y además gran parte del día de los niños, niñas y jóvenes está en el aula acompañados por un maestro o maestra, por estos motivos es muy importante establecer un pacto en el aula, donde se tenga en cuenta el comportamiento, lenguaje, asertividad y empatía para que el aula de clase sea un espacio participativo, democratico y de sana convivencia.
No se trata solamente de pactar los aspectos prácticos entre docentes y estudiantes para regular los comportamientos, pues lo fundamental es reflexionar sobre el sentido y las implicaciones de hacer parte de una sociedad democrática y participativa. En consecuencia, la necesidad de trabajar sobre el diálogo, la construcción autónoma de normas y la promoción de valores solidarios, se constituye en el propósito central del pacto.
Paola Cháves, pedagoga del canal educativo Exploremos y magíster en Educación, indica que el pacto de aula se articula con el currículo, que es una construcción colectiva de toda la comunidad educativa que piensa el horizonte institucional de cada colegio, de acuerdo al contexto y necesidades educativas de la comunidad, además es reflexivo, lo que indica que siempre se está pensando y actualizando. Algo importante del currículo educativo es que en su construcción participan las familias, estudiantes, docentes y directivos de manera democrática.
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En ese currículo, indica Cháves, encontramos el currículo oculto, que son todas esas prácticas pedagógicas que se dan en la interacción y día a día escolar, donde se construyen lenguajes al interior de la escuela, acuerdos y afectos, de acuerdo al contexto del colegio. El currículo oculto influye en la convivencia porque allí se evidencia lo que cada estudiante, maestro o maestra trae de sus hogares y lo muestra en el entorno educativo. Es importante que los colegios puedan tener muy claro el proyecto educativo, sin embargo este proyecto se permea por los elementos que interactúan en el currículo oculto.
Chavés considera que es muy necesario que todos los actores de los entornos educativos tengan muy presente este currículo oculto, es decir las relaciones inter e intrapersonales que se dan, con el propósito de reconocer que necesidades se tienen, que esperan los y las estudiantes de sus docentes. El conocer esta información permite establecer unos pactos o acuerdos de aula que brinden atención a las necesidades y además que conlleven a una convivencia pacífica en el marco de la buena comunicación, asertividad y empatía.
Así mismo, Cháves recomienda a los docentes:
Aprovechar los tiempos de descanso de clases para acercarse a los y las estudiantes y establecer diálogos que les permitan conocerlos más, y además los estudiantes verán a sus maestros y maestras como personas que los pueden apoyar y orientar ante diferentes situaciones de su vida cotidiana.
Ser sensibles ante los estudiantes para comunicarse de una mejor manera y mostrar una escucha activa.
Dialogar con los y las estudiantes sobre las situaciones que ocurren en su entorno como disgustos, malos entendidos, molestias de tal manera que se llegue solucionar conflictos de la manera más apropiada para todos y todas en el marco del buen trato y del respeto. Esto permite que se genere en el aula un ambiente de participación y democracia.
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