Por: Eduardo Otálora Marulanda
En el periodo que va desde mediados del siglo XIX hasta los primeros años del XX, surgieron en Colombia algunas revistas y pequeños periódicos escritos para mujeres o dirigidos por ellas. Entre estas publicaciones se cuentan La Caridad, El Iris, El Rocío, La Familia, El Vergel Colombiano, El Hogar, La Mujer, Biblioteca de Señoritas, El Deber, La Velada, entre muchas otras. Este espacio en la prensa abrió la puerta para que mujeres escritoras publicaran sus textos y se diera cierta difusión de sus obras.
Sin embargo, considerando que en la época las mujeres no eran reconocidas como ciudadanas, estas obras debían contar con el aval de padres o esposos, advirtiendo que los textos sí contaban con calidad literaria, pese a ser escritos por mujeres. Quizás por eso, muchas de las escritoras preferían publicar con seudónimo, para evitar que su condición de autoras viciara la lectura de la obra y, de entrada, se considerara un “trabajo menor”.
Una de las escritoras más importantes de este periodo fue ‘Equis’, también conocida como Isabel Carrasquilla Moreno. Ella nació en Santo Domingo, Antioquia, el 8 de octubre de 1865 y murió en Medellín el 5 de enero de 1941. De su trabajo se reconoce el libro Comedias, que escribió en 1933. En este se reúnen una obra inédita, dos cuentos, un juguete cómico, un diálogo escolar y tres dramas. En las obras teatrales de este libro, como era común en la época, uno de los temas fundamentales son las relaciones amorosas, donde las protagonistas ven coartados sus deseos por sus maridos, padres o hermanos, todos ellos autoritarios. Así mismo, en los otros textos de Comedias se deja ver un interés educativo, aleccionador, propio también de los textos de la época, en los que se buscaba enseñar a las mujeres las “buenas maneras”.
En contraste, las mujeres de su obra ‘Contra viento y marea’ son más determinadas en su búsqueda de la felicidad y se atreven a tomar su propias decisiones, asumiendo las consecuencias de ese deseo. Además, ponen su voluntad por encima de la mirada autoritaria de los hombres de la familia, lo cual es un desafío a las pautas sociales de la época.
De ella también se recuerda con admiración el libro de viajes Impresiones de viaje (escritas por una abuela para sus nietos). Éste lo escribió en 1936, recogiendo las anécdotas del viaje que realizó entre abril y diciembre de 1929. Allí están plasmadas las aventuras que tuvo desde que se embarcó con su esposo en Puerto Berrío, rumbo a Ciudad de Panamá, con el objetivo de llevar a su hijo Jorge a una cirugía. Luego de cumplir con esta tarea, Isabel y su esposo viajaron a Nueva York y, más adelante, a Europa. Así el libro se convierte en documento histórico sobre cómo veía el mundo una mujer de la época. Acá un pasaje del momento en que estuvo a punto de naufragar cuando venía de regreso a Colombia:
“El viento era recio; el mar estaba agitado. Yo me acosté por ver si evitaba el mareo, pero fue en vano. La noche la pasé desvelada y oyendo el ruido del oleaje, que a cada momento se sentía más fuerte. Permanecí en cama al día siguiente. Era imposible tenerme en pie. La niebla era espesa y el frío intenso. La lluvia no cesaba sino a momentos, y el rugido del mar era ya espantoso. Las olas se cruzaban por encima del barco mojándolo todo; la sirena sonaba sin descanso, especialmente de noche. Era un continuo lamento, como llanto de niño. La gente que no estaba mareada no podía salir de los salones; las señoras, en la totalidad, estaban recluidas en las cabinas. Este gemir de la sirena era lo que más me entristecía y alarmaba, porque sabía que era la señal para indicarles a los buques que viajan en la misma ruta que no deben acercarse, para evitar choques cuando hay niebla”.
A pesar de todo el reconocimiento que tuvo y de que sus obras de teatro fueron llevadas a escena por los actores más importantes de la época, el hermano de Isabel, Tomás Carrasquilla, se oponía a que ella escribiera. Incluso se tiene testimonio de que solía decir que “La literatura no es cosa de mujeres”. Sin embargo, ella se mantuvo firme frente a los reparos que ponía su hermano y terminó defendiendo su interés por los libros, el teatro y las artes en general. Producto de este ímpetu escribió, junto con su prima Hortensia Ceballos, dos comedias basadas en obras de su hermano. Valga decir que, para conservar el anonimato, Isabel utilizó el seudónimo ‘Equis’ y Hortensia el de ‘Zeta’. Pero Tomás Carrasquilla terminó por enterarse de que ellas eran las autoras y prohibió la distribución de estas obras.
Afortunadamente para la literatura colombiana el velo de Tomás Carrasquilla no logró opacar la calidad de Isabel y continuó con su vocación.