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Lewis Carroll y Alicia en el país de las maravillas

De Alicia en el país de las maravillas serán inolvidables el día del no cumpleaños o el reloj que no marca las horas sino los días del mes, o la reina del juego de cartas.
Alicia en el país de las maravillas:
Foto: PIxabay
Ana María Lara

El 26 de noviembre de 1865 se publicó Alicia en el país de las maravillas, obra escrita en la segunda mitad del siglo XIX por Lewis Carroll, con 34 ilustraciones del dibujante John Tenniel. La obra tuvo continuación con Del otro lado del espejo. En aquel entonces y hasta el presente, ambas han tenido un gran éxito, siendo de los cuentos infantiles más leídos, tal vez como El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, y mucho más que los cuentos de Grimm o de Perrault.

La gracia del cuento es tal que ha tenido varias adaptaciones cinematográficas desde principios del siglo XX, en cine mudo hasta llegar a elaboradas versiones con destellantes efectos visuales. Alicia también ha estado presente en historietas y en múltiples formatos más; los juegos que inspira el relato dan para infinitas posibilidades narrativas. En 1998, la famosa casa de subastas Christie´s vendió un ejemplar de la primera edición de Alicia por dos millones dólares. Pero, ¿por qué este inagotable entusiasmo?

Alicia en el país de las maravillas
Foto: Pixabay

El autor de este cuento es un inglés, de nombre Charles Lutwidge Dodgson (1832-1898), de religión anglicana, nacido en una familia de pastores y obispos; estaba aparentemente destinado a la predicación.

Pero no quiso repetir el destino de su padre y solo llegó a ser diácono, tal vez porque, se dice, era tartamudo En cambio, sentía una gran atracción y tenía enorme habilidad para las matemáticas y la lógica; por eso fue autor de Euclides y sus rivales modernos y El juego de la Lógicas. Fue alumno del colegio Christ Church, que hacía parte de la Universidad de Oxford, donde se destacó en estas materias, llegando a ser profesor por varios años. 

Paralelamente, se dedicó a la fotografía, con una producción de miles de fotos, la mayoría de niñas, incluso desnudas -lo que lo hizo sospechoso de pedofilia-, pero también de personas importantes de la sociedad inglesa. Tenía, además, grandes dotes literarias, escribió cuentos y poemas en un entorno que estaba abandonando el romanticismo y se acercaba al realismo al estilo de Dickens, y más tarde al surrealismo. Fue en ese contexto que escribió el cuento de Alicia en el país de las maravillas, y adoptó el pseudónimo de Lewis Carroll para publicarlo. 


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Los biógrafos de Carroll relatan que el origen de esta obra está en uno de los paseos en barco que solía hacer con las tres hijas del pastor y decano de Christ Church. Durante una travesía, las niñas le rogaron que les contara un cuento y el profesor dejó volar su imaginación con Alicia. Era también el nombre de una de las niñas, que le pidió después el escrito del cuento y con la que tuvo una relación estrecha, hasta que los padres se enteraron de la existencia de las fotos y prohibieron todo encuentro entre los dos.

Alicia en el país de las maravillas
Lewis Carrol

Alicia en el país de las maravillas es un cuento de 12 capítulos que nos lleva a mundos irreales, poblados de animales que, como en las fábulas de Esopo o de la Fontaine, razonan y aconsejan, pero también están inmersos en la fantasía. Y la fantasía, la imaginación era de lo que estaban privados los niños, y más las niñas en la época victoriana en Inglaterra, donde lo primordial eran la obediencia y los buenos modales; era una sociedad rígida e hipócrita. 

Alicia logra escapar de ese aburrimiento y se va a vivir una multitud de aventuras en las que cambia de tamaño, haciéndose pequeñita o grandísima, encontrándose con toda clase de animales, algunos de los cuales fuman narguile (al respecto, se ha discutido sobre el consumo de opio por Lewis Carroll), y de seres antropomórficos, con quienes se enfrenta, o se asusta, o se divierte, en unas situaciones cómicas o complicadas. Es un vaivén entre realidad y ficción, en el que la niña ejercita una prudente e innata sabiduría, un deseo de encontrar su identidad y una imaginación que le facilita moverse en estos mundos tan aparentemente ilógicos, y extraños. 


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De Alicia en el país de las maravillas serán inolvidables el día del no cumpleaños o el reloj que no marca las horas sino los días del mes, o la reina del juego de cartas que ordena decapitar a cualquier oponente en las discusiones. Alicia en el país de las maravillas presenta lúcidos conjuntos de juegos de palabras en los que estas adquieren nuevos sentidos. La obra es también una crítica al mundo de los adultos, al modelo educativo predominante, a cómo se ejercen la autoridad y la justicia. Las matemáticas están presentes para darle armonía a decenas de recursos que se articulan para considerar otros mundos posibles. Allí hay tamaños cambiantes y espejos, animales de extrañas aficiones o preocupaciones, comidas y bebidas de extraños colores; escenas desconcertantes e hilarantes, siempre interrumpidas por un conejo que tiene mucha, pero mucha prisa.

El final del libro nos cuenta que esta aventura fue un sueño de Alicia que se despertó un momento después para volverse a encontrar con la insulsa realidad, sentada al lado de su juiciosa hermana.

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