Con la partida de Jorge Oñate, Colombia pierde a una de las más gloriosas voces de su generación, conformada por un grupo de cantores que se ganaron un lugar en la organología del vallenato apoyando a diferentes acordeoneros, en tiempos en los que los ejecutantes del instrumento solían ser también quienes cantaban.
Al respecto de esa generación y de la aparición de esa figura del cantor solista dijo lo siguiente el investigador Tomás Darío Gutiérrez en su libro ‘Cultura vallenata: origen, teoría y pruebas’: “Resurgió el cantador de los viejos tiempos, descendientes de los decimeros, cantadores de tambora y vaquería y toda esa pléyade de poetas del canto, que desde la época precolombina existieron en nuestras tribus primitivas, como narradores musicales, oráculos o profetas cantarines. Ahora, en la nueva época, dicho elemento resurge, rehabilitado por la fuerza de su propia historia cultural, convertido en ‘cantante vallenato’. Entonces se yergue como máxima figura de los nuevos tiempos, y al lado del acordeonero, agolpa multitudes delirantes como los más grandes cantantes de las músicas convencionales de todo el mundo”.
Así, Oñate se erigió como un ídolo masivo que ayudaría a hacer del vallenato el género más escuchado en el país, a partir de mediados de la década del 80, en una escena que incluía también a Rafael Orozco, Poncho Zuleta y Diomedes Díaz.
Tras dos meses de dar la batalla, el domingo pasado tuvimos que despedir a un cantor polifacético, un defensor de la tradición que se hizo acompañar por los mejores acordeoneros del país: Colacho Mendoza, Álvaro López, Raúl "Chiche" Martínez, Cocha Molina y Julián Rojas, todos ellos reyes vallenatos, así como Emilianito Zueta y Juancho Rois, acompañaron durante más de 50 años a Jorge Oñate en sus correrías por el mundo entero.
Nacido en la población cesarense de La Paz en marzo de 1949, Jorge Oñate se inició en las grabaciones gracias al acordeonero Emilio Oviedo, quien lo vinculó a su agrupación Los Guatapurí para grabar un disco con composiciones de su primo, Alonso Fernández Oñate. Aquel fue el inicio de una carrera que lo llevaría luego a grabar con los Hermanos López por más de seis años, para luego lanzarse como solista, popularizando temas como “Volví a llorar”, “Mujer conforme”, “No comprendí tu amor”, “Nido de amor”, “El cariño de mi pueblo”, “La aplanadora”, “La vieja Sara”, “Caminito verde”, “El más fuerte”, “Amor sensible”, “Calma mi melancolía”, “Dime por qué”, “Lloraré”, “El cantor de Fonseca”, “Ausencia” y “La gordita”, que hoy siguen siendo himnos absolutos de la música de acordeón.
Una de las últimas presentaciones del Jilguero de América fue la que realizó para nuestros oyentes en la Noche Radio Nacional de Colombia, el 30 de noviembre de 2019 en Aguachica, Cesar. En esa presentación, el público presencial, y aquel que lo escuchó a través de nuestras 57 estaciones, tuvo la oportunidad de ver y oír a un Oñate como en sus mejores tiempos, haciendo gala de esa voz atenorada que le deparó los apodos de ‘El Ruiseñor del Cesar’, creación de quien fuera su manager, Jaime Pérez Parodi; y ‘El Jilguero de América’, ocurrencia del periodista Juan Gossaín. Esas cualidades vocales se quedan en los discos y en el recuerdo, ahora que ya no está entre nosotros.
Paz en la tumba de Jorge Oñate, nuestro Artista de la Semana.