Después de muchos años de conflicto armado en diferentes municipios del oriente del Tolima, nació el proyecto ‘El último bosque’, el cual busca articular a víctimas, firmantes de paz y la comunidad en general por la protección de la naturaleza.
Son diferentes las estrategias que implementan las comunidades con el fin de proteger ese ecosistema que comparte un estrecho corredor de bosques que van desde el Galilea, en Villarrica, pasando por Cunday, Dolores y Melgar, hasta el cañón del Sumapaz en Icononzo.
‘El último bosque’ nace para poder alinear la protección ambiental y el desarrollo económico, dos aspectos que tienen que estar ligados a una estrategia de fortalecimiento comunitario, que abarca la sensibilización y el reconocimiento de las personas que viven en esa zona del departamento por entender que este estrecho corredor está amenazado por la deforestación y que a su vez es el hábitat de 21 aves migratorias”, expresó William Leyton, director de la iniciativa.
En el área de influencia habitan 651 familias, que en otrora del conflicto armado perdieron toda clase de vínculo con estos ecosistemas naturales, inclusive, algunos se mostraron indiferentes, desarrollando prácticas de deforestación y caza de animales, desplazando a estos últimos de su hábitat natural. Ahora con ‘El último bosque’ se pretende restablecer ese vínculo y apostarle a un área más productiva sin sacrificar el medio en el que se vive. Pues la defensa del agua, las plantas y los animales son prioridad.
“Al menos 211 familias han manifestado el deseo de que sus fincas se conviertan en parques de la sociedad civil y en una red de parques, esto tiene algunas ventajas importantes para el bosque, al cambiar su condición jurídica, pero también para las familias que han decidido no talar el bosque para conservarlo; también representa que la estrategia de asociación de ‘El último bosque’ nos permita ser competitivos y organizados para aplicar, por ejemplo, a los bonos de carbono que ejecuta Cortolima”, añadió William.
Otra de las estrategias es la de constituir el primer centro verde para promoción de los saberes del bosque, esto incluye las zonas protegidas, restauración y producción forestal, producción de especies y frutos del bosque, apicultura, licores del bosque, ecoturismo, la agricultura y la ganadería sostenible. Además de proteger especies como el oso de anteojos, osos perezosos, monos, aves endémicas y diferentes especies de reptiles, ya que para esta comunidad “el ultimo bosque no es solo madera”.
“Esta serie de negocios verdes empiezan a visibilizarse en la región y hay personas que han decidido no dañar el bosque, sino por el contrario, empezaron a encontrar venados, nutrias en el río, y a cambio de eso también han empezado a tener una producción de miel y de licores del bosque (…) se ha vuelto como un negocio verde para las familias”, enfatizó el líder ambiental.
Generar estas estrategias y trabajo articulado para proteger el bosque no es posible si no se realiza un proceso de reconciliación entre la comunidad, las instituciones, víctimas y firmantes de paz, ya que el bosque es de todos, es su identidad, donde interactúan las personas y “para estar en paz con la naturaleza hay que sanar el territorio”.