El sonido de la máquina de escribir se resiste a desaparecer en el centro de Bucaramanga. Los tinterillos, que mantienen con vida este aparato que fue la gran innovación en el mundo en los siglos XIX y XX, llegan todos los días a la carrera 14 con calle 36 para hacer sonar lo que ellos llaman sus “computadores de antes”.
“Sinceramente nos alaban mucho porque todavía utilizamos la máquina de escribir. Si bien el computador tiene otras ventajas, la máquina de escribir no causa enfermedades en el ser humano. Y aunque en la máquina de escribir no tenemos borrador, como lo tiene un computador, con la experiencia eso no hace falta”, dijo Jose Antonio Chaverro mientras escribía en su máquina.
Tanta agilidad le cogió Jose Antonio a este trabajo, que ni siquiera perder uno de sus brazos, por causa de una descarga eléctrica hace 20 años, fue impedimento para que él siguiera ganándose la vida con su máquina de escribir.
“Una abogada que tiene oficina acá me dice delante de todo mundo, este mocho escribe más rápido que los que tienen dos brazos”, dijo Jose Antonio en medio de risas.
En esta calle del centro de Bucaramanga hay aproximadamente 10 mecanógrafos o tinterillos, quienes sagradamente llegan a las 8:00 A.M a sus “puestos de trabajo” para prestarle una ayuda a quienes realizan diferentes trámites en el centro de la ciudad.
“Hacemos contratos de compraventa, contratos de arrendamiento, toda clase de contratos, tutelas, asesorías jurídicas o tributarias”, dijo Jorge Asduar Romero, otro tinterillo que tiene más de 10 años en este oficio.
Los tinterillos de Bucaramanga se niegan a usar un computador, aseguran que nada cambia la inmediatez que ofrece una máquina de escribir, a la que la cinta le puede durar aproximadamente un mes.
“La verdad es que nosotros los que estamos acá, la agremiación de tinterillos, nos hemos quedado con la tecnología antigua, porque pese a que en otras ciudades como Barrancabermeja los que trabajan como tinterillos en la calle ya no tienen máquina, sino que tienen su computador e impresoras, nosotros nos quedamos atrasados, congelados en el tiempo”, dijo Pedro Camargo, otro de los que se dedica a este oficio en Bucaramanga.
La máquina de escribir aceleró el ritmo de las comunicaciones, marcó un punto importante en el desarrollo de las relaciones sociales y le permitió a la mujer ingresar al mundo laboral como mecanógrafa.
Hoy en Bucaramanga, estos aparatos que se han convertido en reliquias de las casas, siguen despertando grandes recuerdos en aquellos que cuando eran pequeños aprendieron a escribir o quizá simplemente jugaron en una máquina de escribir.