Por: Eduardo Otálora Marulanda
Se suele creer que la literatura es un evento misterioso que ocurre entre los estantes de una biblioteca y que sólo habita dentro de los libros. Y esa creencia no está del todo equivocada. Es cierto que los libros son un lugar nativo para la literatura. Pero antes de estar allí, la literatura vivía en las voces y en las memorias. Un poco como lo cuenta Ray Bradbury en Fahrenheit 451, esa novela que publicó en 1953 y que presenta un mundo en el que los libros están proscritos y a los lectores sólo les queda aprendérselos de memoria, para que siguieran vivos.
Así mismo la literatura ha vivido en muchos hábitats: en las letras de las canciones, o los mitos y leyendas de la tradición oral, también en los relatos de espantos y aparecidos con que asustan niños para que se vayan a dormir, o en los recuerdos de una abuela que se resisten al olvido, y hasta en las fantasías de un niño de cinco años que corre por un pasillo persiguiendo una nave espacial. La literatura habita en nuestra existencia en tanto somos seres que necesitamos narrarnos para recordar, para comunicar y, en definitiva, para socializar. Dicho brevemente: necesitamos narrarnos para ser humanos. Basta pensar que no se tiene noticia de ninguna otra especie que se reúna en torno al fuego (o una mesa servida con comida o una piscina o un radio) a contarse lo que hicieron durante el día. Así las cosas, somos una especie que se narra.
Entonces el proyecto que ahora empieza Radio Nacional de Colombia busca encontrar esas narraciones que nos habitan, esos relatos que tenemos sobre nuestro pasado, sobre la paz, sobre la guerra, sobre nuestras formas de amar, sobre cuáles son nuestros miedos, sueños, héroes o villanos. Radio Nacional quiere que las voces de los colombianos cuenten al país y nos enseñen que nuestras ficciones son otra manera en la que podemos retratarnos y, de ese modo, transformarnos como sociedad.
Para eso, desde hoy queremos que todos nuestros oyentes nos compartan las historias que tienen para contar. No importa si son largas, cortas, chistosas, dolorosas, en verso, en prosa, cantadas, recitadas o hasta dibujadas. Tampoco nos importa si tienen fin o quedan inconclusas porque todavía no se sabe cómo terminará la historia. Ni mucho menos si son reales, inventadas, o si las contó un familiar y ya no se sabe si eso pasó o fue que él se lo inventó. Nos interesan sus voces y lo que tengan para contarnos. Por eso mismo, pueden compartirnos el material en video, audio, un texto digitado, la foto de una página escrita a mano o en máquina de escribir. Lo que queremos es recoger esos relatos para convertirlos en un libro vivo, que suene y se pueda escuchar en todo el mundo. Los transformaremos en el Ficcionario colombiano.
Muy pronto podrá obtener más información sobre las bases de esta invitación y cómo participar en ella ingresando a la página web de Radio Nacional y en el cajón de Ficcionario colombiano. Allí encontrarán el formato de participación y los mecanismos para hacernos llegar sus historias.
Recuerden, no hay límites, porque la imaginación tampoco los tiene.