"No es Irak o Afganistán". Con la invasión rusa de Ucrania, los internautas del mundo árabe critican indignados a periodistas y políticos que comparan un ataque a un país "civilizado" con un Oriente Medio acostumbrado a la guerra.
Ejemplos de estos comentarios --tachados de racistas-- se pueden encontrar en cadenas de televisión francesas y estadounidenses, o en la prensa anglosajona. Y ha obligado a prestigiosos medios a pedir disculpas tras el revuelo que han suscitado en las redes sociales.
Aunque la violencia y el sufrimiento son parecidos, el tratamiento mediático suele ser diferente.
Los países europeos acogen con los brazos abiertos a miles de refugiados ucranianos. Pero cuando se trata de sirios, iraquíes o afganos, se habla de "crisis migratoria", lamentan los internautas.
Para el politólogo Ziad Majed, la "magnífica solidaridad y humanismo" hacia los ucranianos reflejan una "distinción chocante" que revela la "deshumanización de los refugiados de Oriente Medio".
"Nos habría gustado ver esta solidaridad para cualquier refugiado, vulnerable, bombardeado, que intenta huir para salvar a los suyos", dice a la AFP.
"Algunos comentarios que hablan de 'gente como nosotros' dan a entender que los que vienen de Siria, Irak, Afganistán o África no lo son", añade este profesor de la Universidad Americana de París.
"No es (...) Irak o Afganistán. Es una ciudad relativamente civilizada, relativamente europea (...) donde no se esperaban esto", afirmó el viernes el enviado especial de CBS News en Ucrania, Charlie d'Agata. Al día siguiente, pidió disculpas por estos comentarios.
"Cobertura racista"
La antena anglófona de Al-Jazeera también pidió perdón el domingo por unos términos "faltos de sensibilidad" de un presentador al hablar de los refugiados ucranianos.
"No son para nada refugiados que intentar huir del Oriente Medio en guerra", comentó. "Se parecen a cualquier familia europea que podrían ser sus vecinos".
Para los palestinos, los reportajes que ensalzan la valentía de los ucranianos que luchan contra el invasor ruso tienen un sabor amargo.
"Descubrimos que el derecho internacional todavía existe. Que los refugiados son bienvenidos, en función de dónde vienen. Que la resistencia a la ocupación no es sólo legítima sino también un derecho", ironiza en Twitter Salem Barahmeh, director de Rābet, plataforma propalestina.
El lunes, la Asociación Estadounidense de Periodistas Árabes y de Oriente Medio (AMEJA) lamentaba varios "ejemplos de coberturas mediáticas racistas, que dan más importancia a unas víctimas de guerra que a otras".
Según la institución, hay "una mentalidad expandida en el periodismo occidental que tienda a normalizar la tragedia en algunas regiones del mundo", sobre todo en Oriente Medio.
"Aquí no se trata de sirios que huyen de los bombardeos del régimen sirio apoyado por Vladimir Putin", dijo el jueves el periodista Philippe Corbé de la cadena francesa de información BFMTV, en otro ejemplo polémico.
"Hablamos de europeos, que se van en sus coches, que se parecen a nuestros coches (...) y que sólo intentan salvar sus vidas", añadió.
Contactada por la AFP, la televisión aseguró que los comentarios del reportero "torpes en la forma, pero sacados de contexto en las redes sociales, daban a entender erróneamente que defendía otra postura (...) y lo lamenta".
Refugiados europeos
En Afganistán también hay indignación cuando se ve a ciertos medios poner el centro en los refugiados europeos. Apenas seis meses atrás, el regreso de los talibanes al poder y la retirada de los estadounidenses hundieron al país en el caos, empujando al exilio a cientos de miles de personas.
"Es un mismo concepto que se repite una y otra vez: la gente afectada por los otros conflictos eran seres humanos a medias, de orígenes y razas de menor valor. Pero los europeos son seres humanos por completo. Entonces esta guerra es importante", escribe en Twitter la universitaria Muska Dastageer.
"Se puede entender que los ucranianos son europeos, que la memoria de las guerras en Europa puede provocar mucha emoción y recuerdos", acepta Majed.
Pero el fenómeno ilustra también "la extrema derechización del debate público", en un momento en el que en Occidente "algunas élites políticas ya no tienen problemas de manifestarse como si la palabra racista se hubiese liberado", concluye el politólogo Ziad Majed.