Recibí una noticia que me dejó con las manos temblorosas. Murió Germán Castro Caycedo, uno de los periodistas más importantes que ha tenido Colombia.
Su carrera empezó en firme a los 27 años, en 1967, cuando entró a trabajar en El Tiempo como cronista general. Allí tuvo la oportunidad de narrar historias que ocurrían en diferentes regiones del país, haciéndose de ese modo un panorama muy lúcido sobre la situación de Colombia.
En 1976 empezó uno de sus proyectos más exitoso y por el que muchos colombianos lo conocimos: ‘Enviado especial’. Este era un programa que se emitía semanalmente por televisión y en el que se presentaban reportajes realizados con profundidad y que no temían hacer denuncias. El programa estuvo bajo la dirección y presentación de Castro Caycedo por 20 años, durante los que obtuvo 18 premios de periodismo, tanto nacionales como internacionales.
Además de esto, y de manera simultánea, Castro Caycedo publicó más de 20 libros, en los que, con ese ojo agudo que lo caracterizaba, contaba las historias más secretas de Colombia. Algunos de sus títulos que recuerdo con más cariño son ‘Perdido en el Amazonas’ (de 1978), por las tremendas imágenes que me dejó; también, y en esa misma línea, ‘Mi alma se la dejo al diablo’ (de 1982), donde cuenta la historia de unos desaparecidos en las selvas del suroriente colombiano; además ‘El Karina’ (de 1985), por la detallada descripción que hizo del viaje que realizaron los guerrilleros del M-19 para meter armas a Colombia; y cómo no nombrar ‘La bruja’ (de 1994) en el cual muestra cómo algunos de nuestros gobernantes tuvieron relaciones con la brujería.
La de Castro Caycedo es una obra enorme, que será recordada por muchos años. Sus libros son una especie de cartografía del país en el que llevamos viviendo más de medio siglo, marcado por la violencia, la desigualdad y una inmensa cantidad de víctimas que esperan encontrar su lugar en la memoria.
Hoy lo despedimos. Se fue víctima de un cáncer que lo tenía agobiado desde hace tiempo. Pero dejó tantas historias que su voz seguirá sonando cada vez que encontremos uno de sus libros en las bibliotecas o librerías.
Descanse en paz, maestro.