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Pella de chimó, una tradición indígena del llano

Al describir al llanero raizal, lo dimensionamos con su sombrero pelo e’ guama y como detalle infaltable en la mano o en los bolsillos, una buena pella de chimó.
Lisseth Carolina Díaz

Al describir al llanero raizal, lo dimensionamos con su sombrero pelo e’ guama, una machetilla terciada a la cintura por si necesita ayuda en su trabajo de campo, cotizas para sus largos trayectos a caballo, camisa conuquera, pantalón arremangado, y como detalle infaltable en la mano o en los bolsillos, una buena pella de chimó.

La primera vez que se conoció sobre la existencia de esta jalea de tabaco fue en 1492, cuando los conquistadores arribaban en las llanuras Colombo-venezolanas; allí a manera de bienvenida, las comunidades indígenas entregaron como regalo las pastas de chimó.

Aunque estos relatos no están plasmados en libros que den certeza de cómo se creó o quién lo hizo, los criollos de las sabanas del Arauca coinciden que, nació de los conocimientos ancestrales de la tribu indígena Timoto- Cuicas en la frontera con Venezuela, de ahí su significado: “chi” que traduce a aliño y “mo” que en el lenguaje de esta etnia es extracto de tabaco.

Tradiciones llaneras

A su vez, Óscar Quintero Sánchez, historiador, cultor y maestro araucano señala que, “son técnicas practicadas por los sumerios desde las civilizaciones antiguas, aún sin saber con exactitud cómo o de qué manera trajeron este tipo de consistencia hasta las imponentes sabanas de los llanos orientales, hoy día el chimó hace parte de las costumbres propias del llanero”.

Con hojas secas de tabaco mezcladas con ingredientes naturales que pasan a cocción con lejía de maderas de ceibo, tallos de plátano, palma, yarumo, bucare, guásimo o del famoso árbol barba de tigre, se compone este producto final de consistencia espesa color café oscuro con olor penetrante y sabor picante que, por lo visto, resulta irresistible para los criollos.

El chimó sólo se masca, no se traga. Quien lo ingiere puede tener serios problemas estomacales. Esta jalea se deja disolver entre los dientes por la misma saliva, y al final se debe escupir. La sensación que deja este producto pastoso es relajante.

Tradiciones llaneras

Lo cierto es que tiene sus bondades y poderes curativos, así lo indica el maestro Quintero, quien asegura que resulta positivo tener a la mano una ‘pella o un bojote de chimó’, ya que “se usa en las madrugadas para evitar el frío cuando apenas se está iniciando la jornada extenuante de trabajo de llano, cura heridas de culebra e insectos como las abejas y, además, espanta el cansancio y el sueño”.

El chimó como ungüento sirve de analgésico, anti inflamatorio, inclusive ayuda a prevenir la amigdalitis entre otras infecciones gracias a la cantidad de minerales que contiene, a su vez, ayuda a combatir los reumatismos en las articulaciones, alivia el ‘mal del sapo’ una enfermedad en los equinos, controla las pulgas y las garrapatas en las mascotas, desaparece la miasis cutánea en animales, repele los moscos, controla el dolor de muela, calma los cólicos menstruales, las hemorroides, los brotes y sirve como antiséptico.

Gustavo Parales quien ha visto en el chimó una oportunidad de negocio durante generaciones y se dedica a distribuir esta jalea en supermercados y tiendas de barrio en los siete municipios de Arauca, asegura que “nada se compara con la fabricación artesanal ya que, algunas empresas han querido industrializar el chimó quitándole lo orgánico e inclusive lo vuelven más perjudicial. Pero a pesar que las nuevas presentaciones del chimó son más llamativas, la gente prefiere el bojote casero por su olor, sabor y su bajo precio”.

“La mayoría de llaneros escupimos chimó desde jóvenes, tanto hombres como mujeres. A veces nos toca evitarlo en reuniones o en espacios que no son adecuados para mascarlo, pero por lo general es una ‘maña’ que no se deja, y si se trata de dejar, con el tiempo uno vuelve a buscar el ‘la pella’, además que es muy fácil adquirirlo porque se puede comprar en cualquier tienda del pueblo con mil o dos mil pesos”, cuenta Pablo Buitrago quien desde hace 15 años consume este producto tradicional.

Pero, así como tiene sus cosas buenas, el chimó también presenta contraindicaciones. Por ser hecho a base de tabaco contiene alta concentración de nicotina, acumula placa bacteriana en el área de la boca, genera cálculo dental, cambios en el PH de la saliva, afectaciones en la dentadura, mal aliento, lesiones periodontales, si se mezcla con otras sustancias puede ocasionar aceleración en la tensión arterial y si por error o desconocimiento se ingiere puede ocasionar urgencias intestinales, mareo, diarrea y vómito.

Es por eso que, conocedores como el historiador araucano Óscar Quintero sugiere que, el que no esté acostumbrado, es mejor que no lo pruebe porque se puede ‘rascar’, y si siente curiosidad por saber más sobre el chimó, lo indicado es buscar a raizales expertos que más que enseñar cómo se consume o se prepara, expliquen lo importante que es el chimó en la historia y en la tradición llanera.

 

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