Escuela Juan XXIII: la construcción de bahareque más grande de Colombia
Pasar por la avenida Santander de Manizales por el sector del Parque Fundadores en la calle 34, es para muchos el recuerdo de su vida escolar o de sus ancestros. Esas vivencias tienen relación con el Colegio Alfonso López Pumarejo, el Instituto Universitario y la Universidad Popular, actualmente la Universidad de Caldas, que en distintas épocas del año ocuparon los salones de lo que hoy se conoce como la antigua Escuela Juan XXIII.
Su construcción comenzó en 1912 y finalizó tres años después. La obra hecha en bahareque encementado y pañete de argamasa, es bien de interés cultural de carácter nacional desde el 2005. Desde hace 11 años que se cerró el colegio Alfonso López Pumarejo que tenía capacidad para mil 300 alumnos en una sola jornada, la edificación no ha tenido otro uso y su estructura está en ruinas por el abandono.
El historiador, documentalista y escritor Pedro Felipe Hoyos ha recorrido de arriba abajo esta construcción, que es considerada la más grande del país, construida en bahareque con siete mil metros cuadrados, dos pisos en la parte delantera y cuatro en la parte trasera.
En una de sus visitas contó uno a uno los 78 salones que tiene la edificación que queda en un punto donde convergen la Avenida Paralela y la Santander, en un lugar que ha sido estratégico para Manizales, rodeado del Teatro Los Fundadores y a tres cuadras del centro.
“Este es un edificio emblemático para los manizaleños y para la educación. Fue sede del Instituto Universitario de Caldas que inicialmente era un internado y la idea era ofrecer los estudios de bachillerato para los municipios de Caldas. Allí estudiaron grandes personalidades como Silvio Villegas, Gilberto Álzate Avendaño, Gilberto Vieira y Francisco Marulanda, reconocidos por sus obras civiles y el aporte a la educación de la ciudad desde cargos administrativos”, explicó el historiador.
Debido a que durante una década la edificación estuvo abandonada, su estructura se deterioró. Su fachada está llena de grafitis que contrastan con el color café y blanco original del bien cultural. Por años la sobrecargaron de peso con escritorios, tejas, chatarra, llantas y ese peso afectó el piso y el edificio en general.
“El piso, los zócalos, los aleros, los patios, las puertas y su estructura son un trabajo en madera que inspiran, pero que por la humedad está en ruinas. Estas técnicas ya no son tan comunes, por eso se debe tener cuidado en su restauración y así conservar su arquitectura”, dijo Pedro Felipe.
De colegio a centro cultural
Cerca de $13 mil millones se invertirán en la primera etapa de restructuración de la antigua escuela. Las obras ya empezaron y tendrán una duración de 18 meses y se concentran en recuperar espacios como el techo, áreas de entrepisos, terrazas con cubierta, graderías con espacios y acabados de cielorrasos sin afectar la estructura.
Según Jorge Enrique Martínez Fonseca, arquitecto restaurador, la Juan XXIII está como casi todas las edificaciones del Eje Cafetero construidas en bahareque hace casi un siglo, afectada por el ataque de xilófagos o humedades. El profesional estudió en este centro y después de 52 años volvió a visitar el claustro.
“Vamos a comenzar por el reforzamiento conservando la arquitectura original con refuerzo en guadua, esterillados en bahareque encementado. Comenzaremos por la cimentación, hay que hacerle un diafragma en concreto en los niveles inferiores y a partir de ahí hacer los reforzamientos con estructura de madera”, dijo el arquitecto.
El propósito de la restauración es convertir este espacio en el Centro Cultural de Manizales con bibliotecas, salones especiales para música, danza y artes, auditorios, parqueaderos, sala de cine y espacios para los niños.
El comienzo de las obras es el resultado de una acción popular que presentó el ciudadano Enrique Arbeláez Mutis en el 2009, con el propósito de que la Alcaldía de Manizales y el Ministerio de Cultura tomarán medidas y destinarán recursos para recuperar este bien.
