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Sale a la luz la primera grabación comercial de la Sonata No. 1 de Guillermo Uribe Holguín

Por primera vez circula comercialmente la Sonata No. 1 (Op. 7) para violín y piano de Guillermo Uribe Holguín.

Por: Luis Daniel Vega.

Sobre la obra de los compositores y las compositoras de nacionalidad colombiana pesa un desprecio sistemático que traduce desconocimiento y oscuridad. En el ámbito fonográfico la realidad es desalentadora: son muy escasos los documentos sonoros que tenemos a la mano para desentrañar las diversas transformaciones estilísticas que las músicas de tradición culta en Colombia han tenido desde principios del siglo XX. Si bien la Gobernación de Antioquia y el Centro de Documentación Musical –entre las décadas de los setenta y los ochenta-, el Banco de la República –con sus colecciones Música y Músicos de Colombia, Compositores de Nuestro Tiempo y Retratos de un Compositor-, el Patronato Colombiano de Artes y Ciencias, el Círculo Colombiano de Música Contemporánea, la Universidad Nacional de Colombia y EAFIT o el sello A.C.M.E han editado –o lo hicieron en su momento- producciones discográficas que revelan parte de la brumosa historia, su empeño resulta incipiente en relación al impresionante catálogo de creación original que se ha quedado en la partitura.

Al descuido no ha escapado ni siquiera Guillermo Uribe Holguín (Bogotá, 1880- 1971), una de las figuras señeras de la música académica en Colombia cuya importancia, según nos advierte Ellie Anne Duque, “no radica en el legado de su obra musical, pues se escucha poco y no ha sido objeto de grabaciones de valor, sino en la importancia de sus acciones a nivel institucional”. Sin demeritar este último aspecto, tras el diagnóstico de Duque se trasluce un triste axioma: sin discos la labor creativa de nuestros compositores y compositoras está condenada al olvido.

El caso de Uribe Holguín es lamentable pues gran parte de su prolífica obra –que incluye sinfonías, música religiosa, poemas sinfónicos, conciertos orquestales para solistas, música incidental, ópera, música para piano, canciones, obras corales y una enorme producción de música de cámara-, permanece inédita. En su artículo monográfico “Guillermo Uribe Holguín”, publicado en 1970 por la Revista de la Universidad Nacional, Hernando Caro Mendoza, refiriéndose a la coyuntura, subraya: “Cuando todos los países se preocupan por la divulgación de sus valores, tal circunstancia resulta por lo menos insólita. Es de esperarse que nuestras entidades culturales abandonen, aunque sea tardíamente, este desdén hacia el primer compositor colombiano y emprendan la labor de editar y difundir una producción artística que honra al país y al hemisferio”.

Décadas después, el reclamo de Mendoza sigue aún sin resonancia salvo la notable excepción de Música Sinfónica de Colombia Vol. 1 y Homenaje a Olav Roots –dos discos publicados entre 2011 y 2014 por la Radio Nacional de Colombia que contienen algunas obras de Holguín que reposaban en los archivos de la Fonoteca de Señal Memoria-, un trío para violín, violonchelo y piano incluido en la colección Legados. Música de Cámara (2013) de la Universidad Nacional de Colombia y tres piezas sueltas editadas en las recopilaciones de A.C.M.E.

Recientemente el sello argentino Acqua Records editó una grabación dedicada a la música latinoamericana para violín y piano. Allí se encuentra, refulgente, la Sonata No.1 (Op.7) que Uribe Holguín escribió en 1909. Ideado, coordinado y supervisado por Gabriel Castagna –célebre director de orquesta porteño-, este disco también presenta obras de los compositores Alberto Williams (Buenos Aires, 1862- 1952) y Enrique Soro (Chile, 1884- 1954). Respecto a los motivos que lo motivaron a emprender el proyecto, Castagna es categórico y escueto: “Por su alta calidad, estas tres sonatas, aunque casi desconocidas para el público en general, podrían incluirse en el repertorio universal dentro de la breve lista que conforman las mejores obras del género”. ¿Optimismo exagerado? De ninguna manera. Ojalá en nuestros pagos fuese más común esta genuina devoción.

Estrenada a los 21 años durante su temporada de estudios en Europa, la primera de las siete sonatas para violín y piano le significó a Guillermo Uribe Holguín su triunfo por aclamación ante Vicent D´Indy, quien fue su mentor en la Schola Cantorum de París. Noble y equilibrada, al decir de Hernando Caro Mendoza, esta prematura creación del compositor bogotano rezuma elementos del romanticismo tardío y el impresionismo, estilos que atraviesan su abundante música de cámara.

Existe una versión previa incluida en el disco homenaje a Olav Roots, interpretada por él estonio junto a Luis Biava. Sucede que la grabación fue de restringida circulación comercial. Es por ello que celebramos –no sin cierto sentimiento vergonzante- que Acqua Records ponga al alcance de un clic esta sonata que en las manos de la violinista estadounidense Madalyn Parnas y el pianista brasileño Daniel Inamorato suena elevada y perpetua. Redimen, al menos durante media hora, casi un siglo de indiferencia.

Sonata No 1, Op.7: I. Assez animé et passioné

Sonata No. 1, Op. 7: II. Théme et variations

Sonata No. 1, Op. 7: III. Vif et Joyeux

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