En el corazón del Catatumbo, una región marcada por años de conflicto armado, las mujeres y madres enfrentan una dolorosa realidad. Carmen García, lideresa social y defensora de derechos humanos, presidenta de la Asociación de Madres del Catatumbo por la Paz, alza la voz para denunciar el impacto devastador que la violencia sigue teniendo en las mujeres de esta zona.
Hoy, la situación es de zozobra. Los enfrentamientos entre el Eln y las disidencias de las Farc han generado un desplazamiento masivo que desgarra comunidades y destruye familias. Los jóvenes, en muchos casos hijos de estas madres, son reclutados a la fuerza por grupos armados, arrebatándoles no solo su futuro, sino también el derecho a soñar con una vida en paz.
Las madres son las principales afectadas. En su testimonio, Carmen García describe cómo estas mujeres llevan el peso de la guerra en sus cuerpos y en sus corazones. Muchas han perdido a sus hijos, otras han sido desplazadas o viven en constante temor por sus vidas. Algunas, incluso, han sido víctimas de abuso, quedando embarazadas en medio de este contexto de violencia.
“Después de 25 años de una guerra cruel, otra vez nos toca enfrentar una nueva guerra”, lamenta Carmen. Su relato es un llamado urgente a la sociedad y a los líderes políticos: las mujeres del Catatumbo necesitan ser escuchadas y protegidas.
Esta situación no es nueva. Desde la mesa de víctimas y liderazgos locales se había advertido sobre el deterioro de la seguridad en la región. Sin embargo, las ayudas que llegan son insuficientes y tardías, dejando a estas comunidades en un estado de abandono.
Carmen hace un enérgico llamado al diálogo y a la construcción de soluciones reales que prioricen la vida y la dignidad de las mujeres. “Nos están quitando la ilusión de sonreír y de ser madres”, dice con profunda tristeza, pero también con una inquebrantable voluntad de luchar por un cambio. Hoy más que nunca, el Catatumbo necesita paz, pero una paz que incluya a las mujeres como protagonistas y no como víctimas. Es momento de escuchar sus voces, atender sus necesidades y trabajar para que ninguna madre tenga que llorar por la pérdida de un hijo en esta guerra interminable.
Un llamado a la acción
El testimonio de Carmen García nos recuerda que el conflicto armado no es solo un asunto de hombres con armas. Las mujeres sufren en silencio las peores consecuencias de la violencia, pero también son clave en la construcción de paz. Es hora de que la sociedad y el Estado actúen con determinación para protegerlas y apoyarlas en su lucha por la vida y la justicia.